Identidad personal y listos del marketing en la Red

En el mundo de las redes sociales hemos perdido el miedo a utilizar nuestra identidad real. Parece que se acabó eso de esconderse detrás de un nick protector con el que dar rienda suelta a nuestras opiniones sin tapujos, a nuestras obsesiones o cabreos, a nuestros más bajos instintos. Como cuando conducimos con un dedo en la nariz, no dejamos pasar a nadie o maldecimos al imbécil que va delante. El nick, la armadura que nos hace irreconocibles y que podíamos cambiar en función del foro de turno para adoptar personalidades diversas, impudorosas o abiertamente falsas, ha dado paso a la reivindicación del yo público, en faceta profesional o personal, a las relaciones públicas ciberencorsetadas, a la "netiqueta" que decimos los antiguos de Internet. 

Contamos lo divertidos que somos, coleccionamos amigos, presumimos de contactos o de estar a menos distancia de la Reina de Inglaterra que otros. Y hasta nos fastidia que alguien se llame igual, que tenga la osadía de haber registrado un dominio o el perfil de Facebook con nuestro nombre y apellidos. Hemos pasado del disimulo a la ostentación del yo, reivindicamos nuestra identidad, a veces un poco exagerada, otras un poco tímida, como en la vida real, es que es la vida real. 

Cada uno decide lo "famoso" que quiere ser, lo público o lo privado, lo discreto o lo "bocazas". Pero igual que nunca sabemos quién nos puede estar escuchando en un restaurante o en un bar, en el mundo de las redes cualquiera puede utilizar la información que facilitamos en beneficio propio. Es lo que le ocurrió, según él y según los medios de comunicación que lo difundieron, a un estadounidense que se ha hecho famoso  porque dijo en Internet que estaba de vacaciones y los ladrones aprovecharon para robarle en su domicilio. O fue casualidad, claro. Resulta casi más verosímil que los cacos hayan utilizado el sistema de siempre: controlar la casa un tiempo y cerciorarse de que el golpe les compensaba. Lo de andar siguiendo a las posibles víctimas en Twitter parece sofisticado de más para unos destripapuertas.

En realidad, el hecho de que este suceso se haya convertido en noticia internacional no hace más que demostrar que el cambio del comportamiento sobre la identidad y la visibilidad personal es una de las últimas revoluciones que sorprende al público. Provoca desde el chascarrillo a la desconfianza. Como todo lo nuevo. No sé por qué, pero sospecho que la víctima del robo podría ser un agente de marketing viral de Twitter en cuya argucia han caído la NBC, ABC, CNN o Fox. 

Vaya, me acabo de dar cuenta de que somos muchos los que pensamos lo mismo. Sólo hace falta leer los comentarios a la noticia.

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