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Mostrando entradas de marzo, 2024

Y ahora opinando en El Ideal Gallego (como antes)

Hace cinco años me liaron en la SER para participar opinando en audiotuits y tertulias (y ahí sigo con compañeros como Luis Paz, Marta Otero y Paola Feal). Ahora me han liado con una columna en prensa local, en  El Ideal Gallego , un periódico de A Coruña en el que trabajé en los años 90. La sección, que se publica los viernes, se llama "Por amor al arte". Al margen de la razón obvia, tiene también el sentido de darle a la columna de vez en cuando una orientación hacia el cine. Seguramente no será lo más frecuente, porque la cabra tira al monte y antes que profesor de comunicación audiovisual soy periodista. Pero lo intentaré. Del mismo modo que intentaré introducir siempre algún dato que justifique la opinión, por lo demás tan personal y rebatible como todas...  Por eso he retomado hoy el blog, ya más como repositorio anticuado (creo que esto ya lo decía hablando de reconectar con el periodismo). Así que si aún andáis por ahí, un saludo de un viejo conocido. Y si me encuentr

Universidad: de 190 áreas a 32 ámbitos (equivocados)

En la Universidad española existe un catálogo de 190 áreas de conocimiento, trasnochado pero aún vigente, a donde adscriben a un profesor cuando gana una plaza. Si cuando había un catálogo de titulaciones limitado era muy poco práctico, ahora que hay casi  600 denominaciones de títulos universitarios diferentes  es sencillamente una ridiculez. Lo malo es que las materias de los casi 3.000 grados universitarios que se reparten esos casi 600 nombres se asignan a áreas de conocimiento. No a los profesores que saben de la materia. A las áreas. Si hay suerte, te toca como profesor de periodismo un periodista, de publicidad un publicista, pero también te puede dar marketing un economista, un sociólogo o un informático. En mi Facultad hay profesores en el área de conocimiento de Cartografía, Geodesia y Fotogrametría que son arquitectos, informáticos y graduados en Bellas Artes. Imparten materias como animación, videojuegos o efectos especiales. Profesores del área de Computación que enseñan a

Cambio horario: a quien madruga... le salen ojeras

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Esta noche cambió el horario oficial. Decían hace un tiempo que iban a abandonar la costumbre, pero ya saben que la cosa se pospone al menos hasta el 26. Llaman la atención las discusiones que provoca el asunto. Más si cabe en las zonas más orientales y occidentales del país, las más afectadas por el reloj respecto al sol. No importa la especialidad profesional del opinante, ya sea sociólogo o astrofísico, economista o sanitario, porque desde una perspectiva profesional todo el mundo admite la importancia del sol (los gallegos comen más tarde que los de Baleares si nos fiamos del reloj pero exactamente en el mismo momento solar). Lo que sí importa es que la persona que emite su opinión sea madrugador (alondra) o noctámbulo (búho), o feliz cumplidor de las normas sociales (sistémico) o empeñado en ensalzar la libertad individual (empático). Y sobre todo orgulloso de ser cualquiera de estas cosas. Los husos horarios, esos que insisten en que Barcelona y Londres deberían tener la misma

Comunicación, marketing...o lo que sea

Esto debe ser difícil de explicar. O de entender. En todo caso provoca una cierta frustración. Acabo de ver al enésimo ex alumno de Comunicación que dice en su Linkedin que se dedica al Marketing. Lo cual no sería mala cosa si no fuera porque todo lo que asegura hacer es una actividad de Comunicación, propia de un graduado en esa disciplina: redes sociales, webs, relaciones con los medios, creación de contenidos escritos y audiovisuales, relaciones con clientes y proveedores e incluso creación de acciones de responsabilidad social corporativa.  Pero no sé por qué extraña razón a eso le llaman marketing. Cierto que esta clase de comunicación puede encuadrarse dentro del marketing, pero no realizan ni una sola investigación mercados, ni de posicionamiento de producto, ni de política de precios o distribución, logística,  control de resultados, ni de estrategia respecto a la competencia, de análisis de macroentorno, etc, etc... "Solo" se centran en cuestiones de comunicación (

El laberinto legal universitario

  En España se han promulgado medio millón de leyes desde la instauración de la democracia. Un afán legislador causado con frecuencia por el adanismo y el ardor guerrero de cada nuevo gobernante. Afecta a casi todos los ámbitos. Los más comentados son el penal y el educativo. Aunque dentro de este último casi siempre se habla más de la educación obligatoria que de la superior.  Así que permítanme compartir mi perspectiva desde los sectores que mejor conozco. Llevo más de 20 años como profesor universitario, después de ejercer el periodismo las dos décadas anteriores. En el campo periodístico, desde la Constitución solo se ha regulado la cláusula de conciencia en 1997. Incluso partes de la ley de prensa de Fraga de 1966 siguen en vigor. Algo excepcional. Por el contrario, en la Universidad ya he vivido cinco leyes: la franquista (que llegó a los noventa), la de González, la de Aznar, la de Zapatero, y ahora la de Sánchez. De los reglamentos y las normas autonómicas y locales ni les cuen

El juego de los milmillonarios

  La fundación de Marta Ortega ha obtenido una concesión de terrenos en el por ahora desaprovechado puerto coruñés para darle continuidad a su sala de exposiciones. Hace apenas unas semanas su padre donaba unos aparatos de protonterapia contra el cáncer. Unos aplauden su filantropía. Otros se escandalizan.  Los “milmillonarios” siempre provocan estas dos reacciones. Hay quien piensa que ganan tanto dinero porque no pagan los suficientes sueldos ni los suficientes impuestos. Hay quien los admira por la riqueza que generan y quien los elogia esperando llevarse bien con ellos. En realidad, me interesa poco esa polémica. Comprar tecnología para la sanidad pública u organizar muestras fotográficas, siendo cuestiones difíciles de comparar, tienen en común su gratuidad para los ciudadanos, aunque puedan suponer calderilla para sus impulsores. Pero no entro a juzgar, ni siquiera opinar, sobre cómo emplean los Ortega su dinero. Son simplemente dos ejemplos de lo que pueden hacer las grandes for

Jueces sustitutos

  Catorce nuevas juezas se incorporan a su cargo en Galicia. Perdón por no hablar de su sexo, sino de su ridículo número. Porque, solo unos días después, se han convocado  para los tribunales gallegos 111 plazas de jueces sustitutos y magistrados suplentes. Dicho de otra forma: se necesitaban 125 jueces en Galicia y únicamente convocaron 14 plazas fijas. En toda España han ofertado 120 plazas para titulares y mil de sustitutos. Una locura. Cómo no va a ser lenta la justicia. Uno de cada cinco jueces en España trabaja en precario, tras un concurso de méritos, sin oposición y sin haber pasado por la Escuela Judicial. Algo semejante ocurre con los fiscales. El poder en general y el judicial en concreto parecen preferir un abultado cupo de jueces temporeros que, si no gustan, no se les vuelve a llamar. Ni siquiera son fijos discontinuos. Sí, lo sé, ocurre en el Sergas, en todo el sector público. En este país, la Administración es el primer contratador con miedo al trabajador estable. Pero

Escuela gallega de cine

  Semana de Oscars, en realidad trimestre de premios cinematográficos que en Galicia rematará el próximo 23 con la entrega de los Mestre Mateo. Siempre me ha sorprendido el éxito de público que registran estas galas, aunque después reciban críticas feroces. Los Goya reunieron a casi dos millones y medio de espectadores ante el televisor, un año en el que la taquilla se va sobreponiendo tras la pandemia y las plataformas producen películas y series sin parar. El sector audiovisual crece como nunca. El gallego también. Salta, O corno, Fatum, Matria, Rapa… No solo se estrenan más títulos sino que son mucho mejores. Productoras como Vaca, Portocabo o Voz Audiovisual han alcanzado niveles impensables unos años atrás. Sin embargo, incomprensiblemente, Galicia no tiene todavía una auténtica escuela de cine. Madrid y Cataluña, con la ECAM y la ESCAC, respectivamente, han recuperado un concepto que nunca debió abandonarse. Porque una cosa son los ciclos de Formación Profesional y los títulos un

El asesino silencioso

  Ninguna de las principales ciudades españolas cumple con los nuevos límites europeos a la contaminación. En otras palabras, respiramos mierda. Pero antes de caer en tentaciones alarmistas o negacionistas, antes de prohibir el uso del coche o demonizar la agenda del cambio climático, recordemos por un momento que tenemos en casa otro veneno con el que las administraciones o los ecologistas siguen siendo sorprendentemente laxos: el radón.  En España se rebajó en 2022 el límite de radón aconsejable en empresas y locales públicos. Y desde junio será obligatorio medirlo en las empresas gallegas. Pero este límite normativo sigue siendo el triple de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Y nadie protesta, ni ninguna administración parece dispuesta a tomar medidas comparables con las que se están tomando, por ejemplo, con el tráfico. Según estimaciones de la OMS, el radón mata en España unas dos mil personas al año. Parecen pocas si tenemos en cuenta que anualmente fallecen m