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Mostrando entradas de septiembre, 2011

La buena educación

No está mal que se vuelva a discutir por enésima vez de educación. Que la derecha aparentemente la desprecie o la utilice como filtro entre clases sociales, que la izquierda la convierta en arma sindical o fuerza "empleabilizadora". El poder debe controlar para ser poder. Incluso el poder del profesor vitalicio amamantado por el sistema. O el del padre "propietario" de su vástago. O el del estudiante crecido por tanto mimo y derecho. Machacar al funcionario, al político, al niñato es casi una reacción "natural" de la sociedad que se puede alimentar fácilmente desde los medios de comunicación. Así que siempre que se haga algo más, por poco que sea, no está mal. Los periódicos están repletos de artículos de opinión. Pero los hechos son los hechos. Y según los hechos, en este país no creemos en la educación. Al menos no tanto como decimos. Nos faltan dos pilares esenciales: el pragmático y el idealista. El pragmático sostiene que la educación acaba siendo r

Hijos de mala madre

La madre de un amigo mío es una de las personas más buenas que conozco. Pero él se casó con una mujer "menos" buena: algo egoísta, algo parásita, algo malhumorada, algo mandona, algo bruja. Para no separarse (no tiene mucho dinero y los divorcios salen caros), gestiona sus emociones con cuentagotas. Así no se desgasta más de lo necesario. Sus primeros "recortes" emocionales fueron las risas. Se ríe menos, pero cuando se ríe es muy muy feliz. Como quien bebe sólo un sorbo exquisito. También se enfada menos, porque cuando se enfada sospecha que le puede dar un infarto. Dedica poco tiempo al ocio, pero el poco que disfruta le parece paradisíaco. Y al final se considera aceptablemente feliz a pesar de la pareja. Será porque es tan bueno como su madre. Tanto como el de las grandes situaciones de crisis, siempre me han llamado la atención los modelos de gestión de lo cotidiano. Exigen una inteligencia a largo plazo que debe contar con  unas sólidas bases de carácter y m

No son los mercados ni los bancos, son los directivos

Los únicos culpables de la situación económica mundial son los individuos, en concreto los directivos de las grandes entidades financieras. Claro que también los políticos que desregularon el sistema. Y también los especuladores, cualquier especulador, incluido yo, e incluso, si me lo permite, seguro que también es culpable usted (aunque es posible que me equivoque) a poco que haya vendido o comprado algo sacando o pensando en sacar una plusvalía  que fuera más allá de lo "razonable". Sueldos, bonus, incentivos, retiros de lujo, aviones, privados, mansiones. El dinero lo tienen ellos, y lo siguen teniendo. No es el mercado, no es la banca. Son ellos. Los que apuestan y ganan siempre. Mientras no se desande el camino andado, mientras los gobiernos no se enfrenten a esos rentistas del sistema, mientras no se invadan los paraísos fiscales y mientras no se recupere todo el dinero que han ganado a espuertas no hay recorte del gasto público que valga. Siempre estaremos en sus man

Sólo dos horas más de clase

Un experto en técnicas para hablar en público comentaba ayer que una buena intervención requiere una preparación mínima de tres semanas. Sobre todo si es una charla breve, que motive, una charla eficaz. Hay que dominar el tema, ensayar ante el espejo, repetir una y otra vez el inicio, los cambios de ritmo, captar la atención, mantenerla y recuperarla cuando baja, sin olvidar naturalmente el objetivo principal: que el mensaje se fije en la mente del receptor. Si usted ha tenido que hablar en público, hacer una presentación, incluso un mínimo discurso familiar, conoce el miedo escénico, sabe el trabajo que da, la tensión que provoca. Lo de menos es que deba hablar un minuto, diez o sesenta. Claro que eso se debe a que no es profesor. Porque al parecer, los profesores no necesitan preparar sus clases y sólo trabajan cuando las están impartiendo. De hecho, algunas administraciones han decidido transmitir la idea de que los profesores sólo trabajan las horas lectivas que les corresponde

Mi mono y yo

Quizá le haya pasado alguna vez. Sobre todo si vive en una localidad no muy grande. Alguien se salta un stop o un ceda, o hace cualquier otro tipo de pirula y usted le pita, le abronca, le menta a la madre. Es tarde cuando usted se percata de que conoce al sujeto en cuestión: un vecino, un cliente, un jefe, un amigo, un familiar. Y se mezclan las sensaciones: vergüenza, sí, pero menuda ha hecho... quizá he exagerado... ahora ¿qué hago?, ¿le saludo?, ¿me disculpo?, ¿no debería disculparse él?, ¿hago que no lo conozco?, ¿qué nos diremos la próxima vez que nos veamos? Somos la persona educada pero también la que pierde el control. La frecuencia de esa pérdida y el nivel de descontrol alcanzado es lo que marca la diferencia entre el ser humano racional y el estúpido, entre el empático y el egocéntrico, entre la inteligencia y el mono. Con perdón para los monos. Ira, miedo, chulería, inmadurez, rigidez mental, sentimiento justiciero... Dicen que el dinero no nos vuelve idiotas, sino que s

Mensaje para García y otras historietas

Durante las vacaciones, entre otras cosas, me he dedicado a hacer limpieza. He tirado, con mucho dolor de corazón, papeles de mi infancia, de mi etapa universitaria, de etapas profesionales anteriores, de becario, de temporal, de fijo, de parado, de empresario, de funcionario.... Releí alguno y me encontré con historias repetidas, por ejemplo, esas que alguna vez te contaron en clase y que luego tú usas en tus propias charlas, con alguna imprecisión. Una de ellas (quizá la conozca) es la del "Mensaje para García".  La primera vez me impresionó. La segunda la aprecié más aún. Después la incorporé a mis anécdotas para pedir iniciativa (y en el fondo obediencia) a mis colaboradores (en realidad subordinados) o para ilustrar clases de comunicación y dirección de personas. No hace falta que la lea pero por si acaso le pongo el  enlace .. En resumen es una historia que cuenta como el teniente Rowan recibió un difícil encargo del presidente de los Estados Unidos y lo cumplió sin p