Un tipo de hombre

Cuando uno va cumpliendo años empieza a tener la horrorosa sensación de que casi la totalidad de las personas que conoce encaja en una categoría donde antes ya ha clasificado a docenas o cientos de personas más. Son clichés, lo sé, un espejismo que forma el cerebro por pura simplificación del pensamiento, pero la sensación es inevitable. Es gente que te recuerda a otra gente. El típico (o como ahora dicen muchos, el mítico) empollón, el típico jetas, el pelota, el enamorado, el encantador, el estresado, el original (angelito mío), el antisistema, el trepa... yo qué sé. En realidad la experiencia te construye estereotipos más complejos y sutiles. A veces intuitivos. Por ejemplo, Díaz Ferrán, el presidente de la CEOE y el empresario de Air Comet y Marsans. No me digan que al verle, oírle y seguir un poco su trayectoria no les parece que encaja a la perfección en una de esas categorías que todos nos hemos construido. Me voy a ahorrar la denominación. ¿No les pasa lo mismo con Berlusconi?

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