Internet local
Ahora le llaman hiperlocal o microlocal. Surgen nuevas herramientas que estrechan lazos de proximidad además de intereses (Askaro, por ejemplo o la geolocalización que tanto partido le saca, entre otros, Twitter), las anécdotas de los usos locales que determinadas tiendas le dan a las redes sociales invaden internet, desde la famosa panadería londinense que avisa a sus clientes cuando sale el pan caliente del horno, hasta las campañas clónicas indentitarias que nacen en los medios convencionales tipo "Vivamos como galegos" o la cerveza argentina Schneider o la canadiense Molson, cuya sorprendente similitud ya analizó la Coctelera hace nada menos que un par de años, y que se convierten en fenómenos virales con efectos muy superiores a los conseguidos por las propias marcas anunciadas, no digamos ya sus productos. Lo local parece ser el nuevo reto en la red, en realidad se redescubre, como se redescubrió en la radio, en la prensa, en la televisión. Tantas vueltas para acabar en el mismo sitio: en la conversación de la plaza del pueblo, con la misma falta de interés sobre temas lejanos que siempre salvo que los medios clásicos, incluso a través de nuevos canales, nos lo coloquen en nuestra agenda cotidiana de cháchara.
Seguramente está en la naturaleza humana, empezando por el idioma y las costumbres culturales, pero llevamos el territorio colgado del cuello, en nuestros temas, en nuestro humor, en nuestros miedos y preocupaciones, ¿por qué iba a ser Internet distinta? Si le quitamos la literatura y la capacidad de recuperar información documental, quizá nos demos cuenta de que tampoco cambiamos tanto.
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