Ir al contenido principal

Resilience, Coca-Cola y capacidad de encaje



El mundo de la ingeniería utiliza el término “resilience” o resilencia para definir la cantidad de energía que puede absorber un material antes de deformarse irreversiblemente. La psicología importó el término aplicándolo a la capacidad de las personas para sobreponerse a situaciones traumáticas. De ahí pasó al campo de la gestión de empresas y, lógicamente, de la gestión de crisis. La “resiliencia” definida no tanto como resistencia inflexible o fortaleza sin más, sino como capacidad de adaptación a entornos inestables y a eventualidades puede ser una cualidad de los ejecutivos o de las plantillas laborales, pero también de cualquier otro tipo de grupo humano.

Ben Schneider, uno de los múltiples autores que ha escrito sobre esta característica, mantiene que el directivo latinoamericano presenta en general una mayor resiliencia que sus colegas norteamericanos y europeos, porque está más acostumbrado a desempeñar su labor en ambientes convulsos. Seguramente como la sociedad latinoamericana en general, incluso se podría hablar de la latina en su globalidad, incluyendo a españoles, italianos, portugueses... Al menos hasta no hace mucho.

Sin embargo puede que estemos perdiendo capacidad de encaje, que es una forma más castiza de definir el mismo fenómeno. Nos deprimimos más, tardamos menos en reponernos, vivimos frustrados y perdemos capacidad de lucha. Coca-Cola, con su campaña de la felicidad, se lanzó hace un tiempo a una llamativa estrategia de comunicación cross media que en España llamó la atención con un spot muy humano, un instituto de la felicidad y la participación de Eduardo Punset, pero que en realidad ya había comenzado con acciones tan curiosas como la película "La Fábrica de la Felicidad" presentada nada menos que con una premiere en Second Life:


Desconozco si la estrategia está dando el resultado esperado. Pasado el tiempo, con una considerable carga viral esparcida por la red, con ramificaciones en publicity, relaciones públicas, eventos y patrocinios, se podría aventurar que, a falta de datos de evolución de ventas, la campaña funciona en término comunicativos. Admito su excelente visión de la oportunidad sobre todo en momentos de crisis económica, pero no estoy tan seguro de que aporte mucho más a la imagen de marca de la multinacional.

Además, aunque la felicidad se presenta como muestra de sabiduría ante lo importante de la existencia, no deja de insistir en la línea del "enjoy", "la chispa de la vida", "sensación de vivir".. el "estás aquí para disfrutar" pasa de puntillas sobre el "aprende a encajar", que seguramente nos ayudará a ser felices. Sé que es una simple campaña, quizá una excelente campaña, pero me encantaría que hubiera incorporado la resiliencia. Claro que eso es pedir a los vendedores de refrescos que hagan lo que deberíamos hacer los educadores.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Antonia San Juan no es un hombre

Hay miles de cuestiones sobre las que no tengo opinión, sólo estómago. La identidad sexual es una de ellas. No sé qué pensar ante alguien que duda sobre quién es. Y me quedo desconcertado ante la realidad de que algunos hombres quieren ser mujer o viceversa. O ante el hecho de que a un hombre le atraigan los hombres, a una mujer las mujeres. No tener opinión no significa mucho. La mayoría de las cosas se aceptan, se observan, gustan o no, simplemente están. Si dudo sobre la identidad sexual de una persona, me siento inseguro, como con cualquier duda, pero lo acepto como algo que no es de mi incumbencia salvo, naturalmente, que tenga algún interés sexual en ella o sea un juez deportivo ante uno de esos extraños casos como el de la corredora surafricana Caster Semenya . Pero no me quiero referir a la atleta sino a una actriz, Antonia San Juan , con la que comparto una homonimia razonable. Aunque escribamos nuestro apellido de forma diferente, ella separado y yo junto, y ella sea Antonia

Aguacero de albóndigas estereoscópicas

Pues por ahora sigue sin convencerme en cine estereoscópico, sí, el de las gafitas por mucho que haya mejorado la técnica. Pesan, quitan demasiada luminosidad, y narrativamente la tercera dimensión sigue sin aportar absolutamente nada. Pasada la primera sorpresa del novato, todo parece reducirse a que te lancen cosas a la cara. Claro que afecta la película que veas, y yo vengo afectado por ver " Lluvia de albóndigas " ( Cloudy with a Chance of Meatballs ). Una buena historia original se convierte en una mezcla de Jimmy Neutron y el Laboratorio de Dexter . El guión pretende hacer una parodia del cine de catástrofes, pero directamente se excede hasta la ridiculez, en una prolongación del final sin sentido; carece de subtramas y no dedica ni un mal guiño a los padres. Los personajes, planos, sin el menor atisbo de conciencia social respecto al hambre en el mundo; machistas (de la peor escuela, la que elimina los escasos papeles femeninos a una madre que desaparece como por art

Cambio horario: a quien madruga... le salen ojeras

Esta noche cambia el horario oficial. Decían que iba a ser el último, pero parece que la cosa se pospone. Llaman la atención las discusiones que provoca el asunto. Más si cabe en las zonas más orientales y occidentales del país, las más afectadas por el reloj respecto al sol. No importa la especialidad profesional del opinante, ya sea sociólogo o astrofísico, economista o sanitario, porque desde una perspectiva profesional todo el mundo admite la importancia del sol (los gallegos comen más tarde que los de Baleares si nos fiamos del reloj pero exactamente en el mismo momento solar). Lo que sí importa es que la persona que emite su opinión sea madrugador (alondra) o noctámbulo (búho), o feliz cumplidor de las normas sociales (sistémico) o empeñado en ensalzar la libertad individual (empático). Y sobre todo orgulloso de ser cualquiera de estas cosas. Los husos horarios, esos que insisten en que Barcelona y Londres deberían tener la misma hora de reloj, son una arbitrariedad política qu