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Gestos de políticos y otras tonterías

Los gestos en política tienen mucha importancia. Aunque nunca he entendido a ciencia cierta por qué. Se supone que los votantes no distinguimos el grano de la paja, somos simples, superficiales, esquemáticos. Por eso necesitamos gestos y símbolos. Pero, ya ve, sé que quemar una tela, por ejemplo, no es lo mismo que quemar una bandera, sin embargo creo que hay mejores motivos por los que liarse a tortas.

A veces pienso que los periodistas tenemos mucha culpa. Otras imagino que sólo somos como el resto de los ciudadanos. Y dicen que los ciudadanos entendemos mejor los ejemplos ilustrados: si alguien de izquierdas sube al yate de un constructor "sabemos" que es corrupto, si un político anda en un coche oficial de superlujo "sabemos" que es un sinvergüenza, si se le fotografía en bolas en su casa, con chicas jóvenes, "sabemos" que es un degenerado, si acepta trajes, pesca peces espada, concede subvenciones a determinadas empresas vinculadas con la familia... pues también, qué caramba.

La mujer de César, ya se sabe, además de honesta debe parecerlo. Así que los políticos han decidido bajarse el sueldo. Ya era hora, ¿no?

Pues no, mire usted. Los políticos en España están oficialmente mal pagados, increíblemente mal pagados, aunque muchos sepan cómo llevarse a casa un buen sueldo a fin de mes sin hacer nada ilegal ni amoral, sólo aprovechando las oportunidades. Cuando hacen gestos de bajarse el sueldo oficial, como los diputados de la Asamblea de Madrid, dan ejemplo, sí, pero nos toman por idiotas y, lo que es peor, pretenden convertir en referencia media algo que por definición no puede serlo.

Al resto de los mortales nos encanta decir que son todos unos ladrones, que menuda bicoca es ser diputado, ministro, concejal pero somos un país que paga oficialmente, insisto, muy mal. Así que menos gestos, menos ejemplos y más hechos. ¿Por dónde empezamos?

Pues por algo tan simple como, cada año, igual que se debaten los presupuestos generales, que se publique, pero en términos noticiosos, la cuenta de resultados del Estado, de la Comunidad, del Ayuntamiento, de la Diputación... Ingresos y gastos, pérdidas y ganancias, balance de situación y, sobre todo, responsabilidades por las desviaciones. Lo demás, una banalidad; eso sí, muy gesticulante.

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