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Trends en la red y periodismo convencional

Seguramente lo hemos hecho siempre, los periodistas, quiero decir. Me refiero a morder una presa y estar ahí enganchados hasta que la presa cae o nos arrancan los dientes. Todos los veranos hay serpientes, temas idiotas y ligeros que utilizamos para llenar. Apostaría a que desde el mismo instante en que un contador de historias descubrió la reacción de horror en la audiencia ante su relato, a un periodista que pasaba por allí (si no era él mismo) se le ocurrió que el miedo era negocio. Quizá los había más rentables, pero provocar miedo fascina, te proporciona una curiosa sensación de poder. Así que morder una presa que provoque miedo en verano es una perita en dulce. La de este año es la gripe A.

Pero como el mundo de la comunicación está cambiando y la actualidad no sólo la marcamos los periodistas, aunque muchos se empeñen en creerlo, y las personas en Internet dejan huella de los temas que les interesan, resulta que las primeras páginas de los periódicos o las noticias de entrada de los informativos en televisión no coinciden casi nunca con los denominados "trends" que empresas como Google y tantas otras (me reconozco un poco adicto a controlar las de Twitter) marcan minuto a minuto. Y no es tanto la noticia en si, el acontecimiento ciertamente interesante, atractivo o terrible, sino "el tema", esas cuestiones que duran días, semanas, meses, hasta que se desinflan, hasta que le tapan la boca a un medio o le dan lo que quiere.

No importa que sea sanitario, de sucesos, político, económico, un culebrón o una letanía, una trama o la santa ira que pide la enésima reforma del código penal porque acaba de haber un delito que provoca alarma social. El tema es cosa de periodistas, de tertulianos, de políticos influenciables. Y el resto del mundo va por otros derroteros. Antes lo intuíamos, se hacían encuestas, sondeos. Ahora nos lo dicen los "trends" de la red, que a veces parecen idiotas, que otras no lo son tanto, pero ponen en evidencia que los periodistas no estamos haciendo bien nuestro trabajo. Y mucho menos los gestores de los medios de comunicación.

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