Up in the air, lo último de Jason Reitman

Jason Reitman tiene sólo 32 años y ha dirigido, entre otras, tres películas, Up in the air, Juno y Thank you for smoking (Gracias por fumar) que me han impresionado y apenas había reparado en él.

Gracias por fumar (2005) me pareció de una inteligencia fuera de lo común, aunque teniendo en cuenta que trataba de un portavoz empresarial, un particular jefe de comunicación, atribuí mi simpatía a razones de proximidad profesional: soy una especie de friki de las películas de periodistas, he digirido una tesis sobre mujeres periodistas escrita por Olga Osorio que a mi juicio (qué voy a decir) es excepcional, y en general disfruto con el "subgénero" en todas sus variedades. El guión es absolutamente brillante, con un sentido del humor inteligentísimo y un componente de crítica social fresca y a la vez formal muy rara de ver.

Juno (2007) me sorprendió, sólo me había hablado bien de ella una persona cuando la vi. Era una historia curiosa, un tratamiento diferente de una realidad tan vieja como la de un embarazo de una adolescente. Pero, y no reparé en ello, el guión no era de Reitman. Y la realización no me pareció tan llamativa como para fijarme en él.

Ayer vi Up in the air por el Globo de oro, por George Clooney (había señoras en el grupo) y casi por casualidad. No por Reitman. Al poco de empezar no pude dejar de acordarme de Gracias por fumar. El personaje de Clooney podría estar interpretado por Aaron Eckhart, o viceversa. Esos diálogos, esa descripción de la realidad con cinismo y a la vez amabilidad, las curiosas relaciones personales, la puesta en escena, las subtramas (genial la historia de "las fotos con las fotos" de la hermana y el futuro cuñado del protagonista) las sonrisas e incluso las risas provocadas tanto por los diálogos como por los planos y el montaje... todo parecía tan cuidado que hasta se disculpaba el evidentísimo product placement de American Airlines, Chrysler Sebring, Hilton, Hertz, Omega, etc. (los productores saben que será una película descargada y hay que rentabilizar también la audiencia que no pasa por taquilla, aunque costó 25 millones y lleva ya recaudados más de 75). Se notaba la presencia de un realizador y de un guionista, en este caso el mismo Reitman.

Después la película se me cayó un poco, supongo que por una concesión al público chick flick que tantas entradas compra, con vestido de novia y romanticismo de consumo, pero no pretendo hacer aquí una crítica a la película, sino destacar el tipo de película y al tipo que está detrás. Y es que al salir de la sala, Reitman se me ha consolidado como un descubrimiento, perdón por la tardanza, de uno de los directores jóvenes que siguen demostrando que el arte de contar historias no precisa 3D.

No dejen de verla, que, aunque lo parezca, no he destripado el final. Sobre todo si vuelan con cierta frecuencia. O si trabajan en una empresa donde se producen o se pueden producir despidos, o donde se replantean cada cierto tiempo que la informática y la juventud pueden cambiarlo todo. O si tienen una mochila muy pesada sobre su espalda que les impide moverse con libertad en sus vidas. O si la tienen demasiado liviana. O si han asistido a una charla motivacional. O si creen en la media naranja o en las tarjetas de fidelización, las dietas, los ligues de hotel, la huida, la lata y la liberación que supone un viaje de trabajo. Arriba, en el aire la vida se ve de otra forma. Es la magia de Reitman. Lo seguiré en su próximo trabajo. Ya me he aprendido su nombre.

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