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Profesionales, aficionados e idiotas

Todo el mundo tiene una historia que contar. Pero sólo si la tiene que contar todos los días es un profesional. O, para ser más exactos, si debe encontrar cada día una nueva historia. Escribir una novela o dos no te hace novelista, ni escribir unos cuantos artículos te hace periodista, ni participar en un par de películas te convierte en cineasta o actor. Contar historias, crearlas, buscarlas o fotografiarlas cuando te apetece o cuando te las encuentras es un placer; que tu jefe o tu cliente te las pida a un ritmo determinado te convierte en un currante de la tecla, de la cámara, del micro.

¿Qué diablos somos los que tenemos el virus de mantener ese ritmo diario porque nos da la gana, no porque cobremos, ni porque nadie te lo exija? Pues supongo que idiotas.

Aunque, mire usted, más idiota me parece el esporádico que cree que se ha convertido en profesional o el profesional que no tiene el virus. Ése, además de idiota, suele ser un amargado.

Hace casi 30 años tuve la ocasión de comer con dos periodistas que en aquel momento estaban en la cresta de la ola. Se llamaban Yale y Amilibia (todavía en activo con casi 67 años). Yo era un chaval y aunque ellos no fueran el tipo de periodista que yo quería ser (me iba más el rollo Manu Leguineche, para entendernos), les preguntaba admirado  cómo hacían todos los días para estar en la radio, en la prensa, incluso en la tele, casi sin parar y casi siempre en tono de cachondeo, no entendía cómo tenían humor, ideas y temas un día sí y otro también. Amilibia se me quedó mirando fijamente y me contestó: sólo es nuestro trabajo.

Un trabajo como cualquier otro.

Donde hay profesionales y aficionados.

¡Ah!, e idiotas.

Comentarios

  1. ¡Y algunos, además, se lo creen, oiga!

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  2. Interesante reflexión, muy cierta

    Totalmente de acuerdo con Guillermo :))

    Por mi parte me estoy proponiendo un proyecto fotográfico como fotógrafo idiota, pero contento, que es lo que importa, ¿no? :)

    Saludos

    ResponderEliminar

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