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Inercias periodísticas

Siempre que paso unos días desconectado tengo la sensación de que ocurren muchas cosas. Pero en esta ocasión no es una sensación, es que han ocurrido. Y si hubiera estado trabajando en la Redacción de un periódico de una ciudad amenazada por la ciclogénesis explosiva pero llegan las imágenes del terremeto de Chile mientras las cadenas norteamericanas se disponen a retransmitir un tsunami en directo y las redes sociales hierven con más datos, una vez más, que las propias agencias informativas... pues seguro que estaría participando en una de esas reuniones en las que se deciden prioridades de primera página, de foto, de título, de planas... y me pelearía con los futboleros en el éxtasis de si cambiaba la clasificación de primera división, que si el Madrid, que si el Barça, sí, ya sé que Haití está aún caliente, que la gente se cansa, que si Chile es mundo desarrollado, al menos como España, que es como si fuésemos nosotros, pero nosotros tenemos temporal, bueno, temporal no, ¡ciclogénesis!, es que ellos llevan cientos de muertos, sabes, ya, ya. pero es que el Madrid lleva cinco goles, y aquí se fue la luz, hasta se me ha estropeado un frigorífico, y en Francia también hay víctimas, y esto es un periódico local, y el fútbol vende...

Y así seguiría la discusión, tampoco mucho tiempo, que en periodismo las decisiones se apresuran, o a lo mejor ya nadie discute esas cosas porque están suficientemente quemados o narcotizados o automatizados. No lo sé. Pero cuando uno está fuera de su entorno diario, en mi caso perdido en un pueblo de Valladolid (tampoco en Singapur, oiga) lo mira todo con otros ojos. Los terremotos, las ciclogénesis, el fútbol y las prioridades de las personas en las conversaciones de café. Todo formando una especie de tornado cerebral en el que uno se pregunta por la mentalidad de un lector de periódico de domingo, o el espectador de un canal de noticias, o el enganchado a la red. ¿Cuál habrá sido la noticia del día, del fin de semana, no en los medios sino en el interés real de las personas?

Llegué a casa. España Directo mostraba como siempre sus recetas, en otro canal hablaban de una novela policíaca, un par de pelis, fútbol, unos reportajes ligeros en un informativo, un concurso, más fútbol, los apagones de luz, unos árboles caídos, ni siquiera el Trending Topics de Twitter demasiado movido... A lo mejor todo es una sensación, y cuando uno se aparta de la rutina nunca pasan tantas cosas como aparenta.

No sé cómo discutiría de estos temas en una Redacción del segundo decenio del siglo XXI. No sé si me sentiría tan despistado como me siento. Y no sé si sería porque los árboles (esos sí que aguantan el viento) me estarían impidiendo ver el bosque.

Pero he vuelto a pensar, una vez más, que si hoy cayera el muro de Berlín, se desatara una guerra o volvieran a atentar contra las Torres gemelas o el metro de Madrid, los medios de comunicación seguirían actuando con la misma inercia del siglo XX.  No es sólo la Tormenta de papel, como tituló TVE, es la tormenta del periodismo. En mundo se ha empequeñecido, pero puede que nuestros cerebros se hayan reducido aún más.

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