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No prefiero ser pianista en el burdel

Asumámoslo, algo hacemos mal los que nos dedicamos a la Comunicación, así, en general porque si no es incomprensible la imagen que tiene de nosotros una buena parte de la sociedad. Dicho en pocas palabras: los periodistas somos unos mentirosos, indocumentados, sensacionalistas y verduleros; los publicistas, unos manipuladores sin escrúpulos que se forran engañando a la gente; los del cine, unos caraduras que viven de la subvención, activistas políticos coñazos incapaces de hacer productos decentes (y eso se dice incluso de Celda 211); la televisión es directamente basura; muy pocos están dispuestos a pagar por contenidos (y eso se dice el año de Avatar o Modern Warefare 2); y hasta en las Universidades las disciplinas de Comunicación son como de segundo nivel, no se reconoce como campo científico, los filólogos dicen que preparan periodistas; los informáticos, diseñadores; los ingenieros y hasta los rectores creen que lo importante son los cacharros, las redes, las antenas...

Naturalmente no todo el mundo piensa lo mismo. Las Facultades de Comunicación siguen teniendo una gran demanda (aunque después llegan los profesionales y también las ponen a parir), la gente se pirra por salir en la foto, y cuando se informa o se entretiene con un telediario o con un magazine lo considera tan normal que no repara en que es el resultado del trabajo de unos profesionales que después desprecia o descalifica.

Pero está claro que somos culpables. Al fin y al cabo nuestro trabajo consiste, entre otras cosas, en la imagen. Y somos malos construyendo la propia. Hemos vendido políticos, empresas, cantantes y "belenestébanes", los medios de comunicación han creado el fenómeno del fútbol que ahora los arruina, han propagado, a veces con retraso, a veces en vanguardia, todas las ideas que amueblan la cabeza de nuestra sociedad, la forma de hablar, de vestir, de decorar la casa. Hemos convertido en dioses adorados por la masa a miles y miles de Juan Nadies. Y no somos capaces de ganarnos el respeto hacia nuestras profesiones de buena parte del público.

Existe un viejo aforismo en comunicación: No le digas a mi madre que soy (periodista, publicista, etc), dile mejor que toco el piano en un burdel. Así que el problema no es nuevo. La novedad reside en que ahora algunos de estos oficios están en peligro de extinción. Y no sé si nos lo podemos permitir porque, como dice un amigo mío –por cierto, informático– hay muchas profesiones que si mañana desapareciesen de golpe nadie se enteraría, al menos a corto plazo. Pues si desapareciesen mañana todos los profesionales de la comunicación, a nuestra sociedad no la reconocería ni la madre que la parió, así que a lo mejor no prefiere lo del piano en el burdel.

Comentarios

  1. Igual los medios de comunicación no han tenido éxito vendiendo su propia imagen porque vender la imagen de futbolistas, belenestébanes y actores flojos da mala imagen, ¿no? Es como si un oculista te cuenta un chiste sobre ciegos, te vende una montura hortera que ha diseñado él y te dice que no le pone cristales porque total, para lo que hay que ver... Pues no lo recomiendas, claro, porque tú querías ver mejor y él te ha vacilado. Yo creo que hay buenos profesionales de la comunicación que despiertan respeto, pero suelen ser los que se dedican a hacer su trabajo lo mejor posible, ¿no? Informar y entretener. Y si respetan intelectual y moralmente al interlocutor, obtendrán respeto también. No sé, por apuntar algo. Un saludo.

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  2. El respeto individual es relativamente sencillo, la verdad es que nunca me he sentido "despreciado" por ser periodista. Pero el respeto colectivo es diferente. Antes había películas que elogiaban la figura del reportero, del director de periódico, ahora esas pelis ponen a parir a los periodistas como entrometidos. Las encuestas nos ponen a la altura de los políticos. Y lo malo no es eso, sino que la gente de verdad empiece a creer que es una profesión prescindible. Y no le es en absoluto. De hecho existirá siempre. Lo malo es que deje de cobrar del público y cobre de fuentes poco claras.

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  3. Generalizar es el primer pecado que se puede cometer con el mundo del periodismo, y con cualquiera. Yo creo que el problema es que en este país hay mucho intrusismo y, además, las noticias están muy mediatizadas dependiendo del medio para el que se trabaje.
    El periodismo libre de ataduras nunca obtendrá financiación.

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