Educación obligatoria
Un político con mucha historia detrás me decía que cada vez que un ministro pone sobre el tapete un tema inesperado, una idea más o menos nueva que no responde a ninguna demanda social del momento, hay que buscar oscuras intenciones: distraer de otras cuestiones, obtener algún beneficio indirecto o directo desde un punto de vista personal o partidista o perjudicar a los adversarios o a los enemigos, que no es lo mismo pero es igual. Por eso, si el ministro de Educación español pone en el foco del debate la edad límite de la enseñanza obligatoria cuando nadie parecía estar hablando del asunto, es porque al ejecutivo o a Gabilondo, o a las estadísticas del paro les viene bien. Como globo sonda, tal vez. Pero si la medida no pretende aplicarse inminente, tampoco hace falta ser tan mal pensado. Al fin y al cabo los medios de comunicación no van a preferir hablar de educación cuando tienen al alcance de la mano corrupciones municipales, políticos detenidos, luchas de poder en entidades fina...