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Violencia sin disculpas

Aunque nunca me ha gusta la etiqueta "género" para hablar del rol social o cultural atribuido a un sexo, lo he acabado aceptando como "animal de compañía". No importa demasiado, anglicismos aparte, si la violencia es de "généro", doméstica, machista o contra las mujeres. Importa que es violencia con el agravante de abuso. Pero tampoco me gusta nada cuando en defensa de una igualdad mal entendida se quieren comparar, por abajo, los malos tratos con otro tipo de agresiones. No todas son iguales, y así generalmente lo reconoce el Derecho, y en todo caso suponiendo que sean iguales, por ejemplo, dos puñetazos son dos actos igual de graves, no igual de leves. Es decir, no hay que quejarse de la especial protección de la mujer, sino de que no reciban especial protección otras personas.

Claro que a muchos la insistencia informativa les aburre. Cada mujer muerta es noticia (tampoco demasiado, para qué engañarnos) como los primeros muertos de una plaga, como la letanía de los muertos del tráfico, o los de Irak. De otros muertos se habla menos, los del hambre, por ejemplo, y causan el mismo hastío. Simplemente no nos gustan estas noticias salvo que incluyan amarillismo. Sabemos que la insistencia tiene mucho de campaña de sensibilización y siempre nos creemos suficientemente sensibilizados. No lo estamos. A algunos les tapa la boca el ambiente políticamente correcto más que la convicción. De hecho a veces quedan en evidencia cuando la violencia tiene otras víctimas: una mujer que mata a un marido, un yuppie que lanza a su hija por la ventana, una parturienta que tira al bebé a la basura, unos pijos que queman a un indigente, unos niños que matan a otro niño más pequeño, una hija que mata a un padre, una madre o un padre que mata a sus hijos, un hombre que acribilla a puñaladas a otros dos que,vaya, eran homosexuales, una enfermera que se deshace de unos viejos... Quizás les suenen las historias, a veces repetidas, y acaso también recuerden algunas disculpas: algo le habría hecho, pobre, estaba enferma o desesperada, era un crimen de amor, un ataque de paranoia provocado por las drogas, seguro que sufrió abusos sexuales, la irresponsabilidad del menor y la culpa de la sociedad, pánico incontrolable, habría que ver si en el fondo no era una eutanasia piadosa, etc, etc. A veces incluso son disculpas bienintencionadas, como cuando se dice que el maltratador y asesino es también una víctima dependiente de su asesinada, sobre todo si no sólo intenta suicidarse sino que lo consigue.

Qué cabrón es el tema. La protección de las mujeres ha avanzado mucho sobre el papel. Y está muy bien. Pero sigue quedando casi todo por hacer en la lucha contra la violencia "privada", la agresión "íntima", en realidad contra toda la violencia, sin apellidos, la violencia que sólo quien la soporta sabe lo grave que es.

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