Si leo las noticias cantando, me forro

Mi operador de Adsl es Teléfonica. Me ofrece música gratis durante un año, utilizable en tres ordenadores, y con fecha de caducidad. Es decir, al parecer la música que me descargue ahora dejará de sonar si no se paga la suscripción al servicio. Bueno, la tarifa es de casi siete euros mensuales. No me parece barato. Tampoco demasiado caro, si lo usase.

No me creerán, pero nunca he descargado música ni películas piratas. Una mezcla de principios y pereza. El precio de iTunes es razonable, 0,99€ canción. Pero tampoco lo he usado. Y hoy, cuando me ha llegado la oferta de Telefónica, me he dado cuenta que casi con toda seguridad tampoco recurriré al servicio. ¿Por qué?, me he preguntado. Pues por algo muy parecido a lo que ocurre con la información: tengo demasiada.

La SGAE, que en principio tiene toda la razón, me levantó sarpullidos el día que entró en la consulta de un médico amigo y le quiso cobrar por la radio. No la usaba en la sala de espera para poner música, sino en su despacho para escuchar emisoras generalistas, RNE, la SER, Onda Cero... Aún así tuvo problemas, de hecho retiró el aparato. Lo que más sarpullidos me provocó fue sin embargo que querían cobrar por la música, no por los derechos de propiedad intelectual de todos los demás autores (periodistas sobre todo, de ahí mi cabreo). Y yo decía: si leo las noticas cantando, me forro. Pero para la SGAE, los periodistas debemos ser el relleno necesario entre canción y canción. Es curioso, para mi su música es un simple adorno ambiental. Y es gratis, suena a todas horas y no tengo que hacer nada, ni darme de alta en un servicio gratuito. ¿Saben qué? Creo que no tienen solución, no hay modelo de negocio que valga. Al menos yo me apeo. El que quiera cobrarme, que toque el instrumento delante de mí.

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