El adelanto de Cebrián

Acabo de leer un capítulo en El País del nuevo libro de Juan Luis Cebrián, autor al que no he admirado nunca, para qué mentir, al contrario de lo que me provoca como directivo de periódicos: un profundísimo respeto, sobre todo por su éxito, claro. Sus reflexiones sobre el periodismo en general siempre se me han quedado cortas, o me han llegado tarde. Quiero decir, no me dicen nada nuevo, me parecen resúmenes globales de situaciones obvias, naturalmente no conocidas por todos, pero sí por cualquier profesional con cierta experiencia.

Me ocurrió algo parecido con La Red (1998), la obra en la que ahora dice Cebrián que anunciaba lo que iba a pasar. Hombre, lo anunciaba con cierto retraso, de hecho años de retraso. En realidad era un simple ensayo divulgativo de lo que estaba ocurriendo con Internet desde hacía tiempo y que muchos autores venían publicando sin parar en los cinco años anteriores.

Con el adelanto de El pianista en el burdel que publica El País me ha ocurrido lo mismo. Un resumen personal de la historia del periodismo, algo que siempre me fascina aunque lo haya leído mil veces, y unas líneas sobre los retos a los que se enfrenta ante el futuro que, por el hecho de venir de quien vienen, deberían aportar argumentos muy contundentes, posibles estrategias, incluso descarada tecnofobia gerenacionalmente comprensible. Pues nada de nada.

Si no fuera Cebrián, nadie lo leería. Claro que por el hecho de ser él siempre resulta más decepcionante. No aprenderé.

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