Del caso Rosenberg al caso Swayze

Durante todo el día estuvo circulando el rumor de la muerte de un actor más o menos conocido, Patrick Swayze, protagonista de Dirty Dancing, enfermo de cáncer. La noticia fue divulgada en una emisora de radio local y la red la extendió como un reguero de pólvora. El desmentido no fue tan rápido y, sobre todo, no reparó los posibles perjuicios que, en este caso, se ciñen a un particular y a su entorno. 

Es el enésimo ejemplo, ni mucho menos el más importante. El efecto eco instantáneo de Internet provoca consecuencias en la reputación de las personas, en las bolsas, en la psicosis colectiva ante cualquier situación... Hasta aquí nada nuevo, sucede todos los días en un constante progreso gracias a las redes sociales y al periodismo colaborativo. 

Pero la credibilidad, sobre todo en caliente, sumada a las nuevas capacidades de extender la noticia boca a boca, teclado a teclado, abre un mundo de posibilidades. Una simple muestra: el caso Rosenberg, el abogado guatemalteco asesinado que responsabiliza del hecho al presidente del país. Yo me lo creo, todos nos lo creemos. Pero desde el momento en que grabó ese video cualquiera podía asesinarlo con enormes posibilidades de impunidad si conocía su contenido y, evidentemente, no era uno de los denunciados. Todo un punto de partida para un thriller.

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