El avión de la bella durmiente, en pantalla

Un amigo me ha recordado un artículo de García Márquez que habíamos leído a los 18 años.  El avión de la bella durmiente. En realidad estábamos hablando de Delibes y de nuestro trabajo en el instituto sobre Cinco horas con Mario, que mi memoria ha transformado para siempre en Lola Herrera.

La conversación hace estos guiños. Una mujer joven y hermosa se cruza ante una mirada adulta y provoca, además, literatura, añoranzas... relecturas. Un mismo texto, casi treinta años después puede no sobrevivir a tus expectativas, incluso si lo ha escrito un premio Nobel. El texto sobrevive, más aún si has visto a la bella y compartes esas extrañas sensaciones.

En 1982, lo leímos en El País. Hoy, en Internet. Sigo deslumbrado por las palabras. También por la luz de la pantalla. Lamento ser tan prosaico. Voy mayor. Me creía joven por recordar a Delibes más en escena que editado. Pero sigo prefiriendo el papel para saborear una pequeña joya, no digamos una gran joya, de literatura. Tardaré en usar un iPad para releer las andanzas de Aureliano Buendía.

Comentarios

  1. PD: Me como mis palabras. Ya estoy leyendo literatura en el iPad. Desde hace cinco meses, tres libros. No es de Guinness, pero además de ser largos ciertamente es algo más cansado que leer en papel. Claro que los libros así también pesan menos.

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