Ir al contenido principal

Cómo medir el éxito en Internet

Ahora ya es cuestión de dinero, aunque también siga siendo cuestión de vanidad. El éxito en Internet tiene muchas varas de medir, pero algunas las debe entender un político que concede una subvención; otras, un jefe que no acaba de ver muy claro dónde está el beneficio o un aprendiz de tiburón que ha descubierto que los verdaderos hombres sólo hablan de tías, güisqui y pasta, sobre todo pasta.

Por eso la gente recurre a los números, clicks, visitantes, fans, minutos, rebotes, retornos, resultados de búsqueda... Bueno, los periódicos tienen difusión de ejemplares y lectores; la radiotelevisión, audiencias. Internet además incorpora muchos más datos a un precio módico y se pueden hacer con facilidad gráficos de barras, de pastel... las empresas que saben vender bien estos informes están ganando dinero, aunque nadie está muy seguro de la fiabilidad. ¡Bah!, dirán muchos, como siempre. ¿Acaso el EGM es fiable?, ¿y OJD, Sofres...? Se trata de que el indicador se acepte y a partir de ahí se instaure su poder. Google Analytics gana en el ranking de la popularidad, pero por ahora las firmas grandes desarrollan sus propios sistemas de medición. Nadie quiere cruzar demasiados datos, para que las contradicciones no queden en evidencia, las explicaciones técnicas sobre la conveniencia de tal o cual sistema se multiplican, pero claro, tienen que convencer al cliente, que no suele estar para demasiados algoritmos, que yo de eso no entiendo nada.

Así que además del "coste por impacto" de toda la vida, que naturalmente hay que seguir controlando como buenamente se puede, le propongo que se incline por el análisis cualitativo de lo que dicen sobre usted comparado con lo que quiere que digan. La herramientas de este tipo cada vez están más de moda, especialmente en relación con las redes sociales. Llámele reputación, llámale fama o imagen. Pero seguramente obtendrá más información que si se dedica a ver sólo números.

Comentarios

  1. Un buen artículo, creo que saldría bien parado de un análisis cualitativo.
    Me gusta el nuevo "look" de su blog.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Caramba, muchas gracias por el comentario y por haberse fijado en el nuevo "look" :-D

    ResponderEliminar
  3. Ya decía El Principito que las personas solo dábamos valor a lo que podíamos cuantificar. Si no se puede explicar con números, no sirve. El concepto reputación es durísimo de entender y de hacer entender, sobre todo sin una cifra (menos si no hablamos en euros).

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Antonia San Juan no es un hombre

Hay miles de cuestiones sobre las que no tengo opinión, sólo estómago. La identidad sexual es una de ellas. No sé qué pensar ante alguien que duda sobre quién es. Y me quedo desconcertado ante la realidad de que algunos hombres quieren ser mujer o viceversa. O ante el hecho de que a un hombre le atraigan los hombres, a una mujer las mujeres. No tener opinión no significa mucho. La mayoría de las cosas se aceptan, se observan, gustan o no, simplemente están. Si dudo sobre la identidad sexual de una persona, me siento inseguro, como con cualquier duda, pero lo acepto como algo que no es de mi incumbencia salvo, naturalmente, que tenga algún interés sexual en ella o sea un juez deportivo ante uno de esos extraños casos como el de la corredora surafricana Caster Semenya . Pero no me quiero referir a la atleta sino a una actriz, Antonia San Juan , con la que comparto una homonimia razonable. Aunque escribamos nuestro apellido de forma diferente, ella separado y yo junto, y ella sea Antonia

Aguacero de albóndigas estereoscópicas

Pues por ahora sigue sin convencerme en cine estereoscópico, sí, el de las gafitas por mucho que haya mejorado la técnica. Pesan, quitan demasiada luminosidad, y narrativamente la tercera dimensión sigue sin aportar absolutamente nada. Pasada la primera sorpresa del novato, todo parece reducirse a que te lancen cosas a la cara. Claro que afecta la película que veas, y yo vengo afectado por ver " Lluvia de albóndigas " ( Cloudy with a Chance of Meatballs ). Una buena historia original se convierte en una mezcla de Jimmy Neutron y el Laboratorio de Dexter . El guión pretende hacer una parodia del cine de catástrofes, pero directamente se excede hasta la ridiculez, en una prolongación del final sin sentido; carece de subtramas y no dedica ni un mal guiño a los padres. Los personajes, planos, sin el menor atisbo de conciencia social respecto al hambre en el mundo; machistas (de la peor escuela, la que elimina los escasos papeles femeninos a una madre que desaparece como por art

Cambio horario: a quien madruga... le salen ojeras

Esta noche cambia el horario oficial. Decían que iba a ser el último, pero parece que la cosa se pospone. Llaman la atención las discusiones que provoca el asunto. Más si cabe en las zonas más orientales y occidentales del país, las más afectadas por el reloj respecto al sol. No importa la especialidad profesional del opinante, ya sea sociólogo o astrofísico, economista o sanitario, porque desde una perspectiva profesional todo el mundo admite la importancia del sol (los gallegos comen más tarde que los de Baleares si nos fiamos del reloj pero exactamente en el mismo momento solar). Lo que sí importa es que la persona que emite su opinión sea madrugador (alondra) o noctámbulo (búho), o feliz cumplidor de las normas sociales (sistémico) o empeñado en ensalzar la libertad individual (empático). Y sobre todo orgulloso de ser cualquiera de estas cosas. Los husos horarios, esos que insisten en que Barcelona y Londres deberían tener la misma hora de reloj, son una arbitrariedad política qu