Y qué dicen sobre usted

En algunas ocasiones uno se sorprende al comprobar que determinadas cosas que das por supuestas en las grandes empresas no se hacen. Por ejemplo, pocas siguen lo que sobre ellas se dice en la red. Sin embargo, todo el mundo sabe que cuanto más grande sea esa empresa, cuantos más clientes o fama tenga, más centrará la incesante conversación 2.0. Y resulta que no sólo se produce la conversación más o menos espontánea, sino que existen verdaderos entusiastas de una determinada firma que no paran de seguirla, para bien o para mal, a veces con libertad absoluta gracias a su falta de compromiso y otras ya metidos en círculos casi profesionales. El caso es que logran una considerable credibilidad. Y sus audiencias, en ocasiones no tan escasas como podría parecer, contribuyen a un efecto dominó de tales dimensiones que no entiendo cómo las empresas no se preocupan.

Los expertos del marketing saben que los vanguardistas apenas suponen el dos por ciento de un mercado. Si acaban por influir a un 13 por ciento, lo más probable es que la mayoría de consumidores, aproximadamente un 70 por ciento, acaben siendo arrastrados. Es una generalización, pero seguro que el mecanismo de los medios sociales y el marketing digital no ha venido precisamente a entorpecer este proceso.

No importa demasiado si se trata del blog de un fan, de un foro o de un grupo de usuarios en una red social. Importan sus efectos, su repercusión. Y en la actualidad es tan sencillo y barato comprobarlo como googlearse un poco, estar algo pendiente de Twitter, Facebook, etc y tener un poco de visión global. No hace falta convertirse en un paranoico del clipping total, un resumen de prensa e incluso de radiotelevisión puede ser abarcable, pero con la red es imposible. Sin embargo, vivir ajeno por completo a lo que dicen sobre uno no es demasiado aconsejable, aunque sólo sea para prevenir problemas.

Y es exactamente lo que al parecer hace la mayoría.

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