Ir al contenido principal

Vamos a tomar medidas

Ahora que ya está claro que la clase media desaparecerá, que los pensionistas tienen que morirse un poco antes, que los funcionarios son los culpables de la burbuja inmobiliaria, el fraude fiscal, la existencia de cuatro Administraciones públicas más la paralela por cada una de ellas con asesores y consejeros de libre designación, o que el recorte de la obra pública pagará la retirada de la publicidad de la TVE, el regalo de ordenadores portátiles a los niños de no sé qué cursos (aunque sean hijos de papá), el regalo de cuatrocientos euros a casi todo el mundo (aunque sean hijos de papá), el regalo del cheque bebé (aunque sea bebé de papá) y yo qué sé cuántos regalos más... ahora es, digo, el momento de tomar medidas.

Deberían ser las medidas de la sepultura política del PSOE, de cuyo fallecimiento electoral deberían beneficiarse más o menos al cincuenta por ciento su izquierda y su derecha. Pero no ocurrirá, porque en este país existen enormes bolsas de voto cautivo y de forofismo partidista digno de la mejor hinchada futbolística. Somos tan idiotas que muchos prefieren que le sigan dando por el pírolo los suyos, porque los otros son peores. Yo creo que si los otros son peores ya los echaremos y, mientras tanto, vayamos echándolos de uno en uno; pero bueno, ese es otro tema.

Deberían ser las medidas de la "refundación del capitalismo", esa coña marinera que directamente implicaría la reforma total del sistema monetario internacional y la revolución del modelo financiero que ha llegado al retorcimiento guasón de delinquir en cifras, más que macroeconómicas, siderales y sólo tener a un cabeza de turco mundial, el ínclito Madoff, entre rejas. Sólo uno, manda güebos.

Deberían ser medidas del estilo de, mire usted, el paro sólo se acaba poniendo a trabajar a los parados, al menos mientras cobran la prestación, donde usted quiera, oiga, cada uno en lo suyo: ayudando a las personas dependientes o en las guarderías, trabajando en las obras del AVE, dando clases en la Universidad, que con los lujos de Bolonia faltan un montón de profesores, o trabajando en atención al cliente de las operadoras de telefonía, o ayudando a combatir el fraude fiscal o a repasar las plusvalías y todas las transacciones inmobiliarias de los últimos años de falso crecimiento, o rehabilitando ciudades, pueblos y baches de verdad, no con chorradas tipo plan E.

Deberían ser medidas como menos ayudas para comprar coches y más transporte público, de acabar con la mentira de que el suelo es caro y la inflada valoración de los inmuebles en los balances, o de que el "espectro radioeléctrico" es público para dar concesiones ruinosas a las televisiones, pero los ADSL y las fibras ópticas son privadas. O medidas tipo reforma electoral, sistemas de financiación de partidos y sindicatos, que sólo dan como fruto engendros políticos como las medianías que están gobernando España.

Pero no. Como mucho tomaremos la medida de participar en una huelga, hacer voto útil, tragar con lo que nos hagan los nuestros o los otros, haremos malabarismos con la política lingüística, el pacto educativo, el reparto territorial de las migajas públicas disponibles, intervendrán alguna caja de ahorros más y seguiremos haciendo periodismo de fútbol, corazón y búsqueda de culpables entre nosotros.

En realidad, es a nosotros a quienes nos han tomado la medida hace mucho tiempo. Y así nos va.

Comentarios

  1. ¡¡Bravo!!...me quito el sombrero, se puede hablar más alto pero no más claro.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. qué agradable leer esto!!!! al menos , no me siento como un naúfrago en un isla desierta!!! enhorabuena por el blog (soy Mar, una amiga de Marta) un saludo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Antonia San Juan no es un hombre

Hay miles de cuestiones sobre las que no tengo opinión, sólo estómago. La identidad sexual es una de ellas. No sé qué pensar ante alguien que duda sobre quién es. Y me quedo desconcertado ante la realidad de que algunos hombres quieren ser mujer o viceversa. O ante el hecho de que a un hombre le atraigan los hombres, a una mujer las mujeres. No tener opinión no significa mucho. La mayoría de las cosas se aceptan, se observan, gustan o no, simplemente están. Si dudo sobre la identidad sexual de una persona, me siento inseguro, como con cualquier duda, pero lo acepto como algo que no es de mi incumbencia salvo, naturalmente, que tenga algún interés sexual en ella o sea un juez deportivo ante uno de esos extraños casos como el de la corredora surafricana Caster Semenya . Pero no me quiero referir a la atleta sino a una actriz, Antonia San Juan , con la que comparto una homonimia razonable. Aunque escribamos nuestro apellido de forma diferente, ella separado y yo junto, y ella sea Antonia

Aguacero de albóndigas estereoscópicas

Pues por ahora sigue sin convencerme en cine estereoscópico, sí, el de las gafitas por mucho que haya mejorado la técnica. Pesan, quitan demasiada luminosidad, y narrativamente la tercera dimensión sigue sin aportar absolutamente nada. Pasada la primera sorpresa del novato, todo parece reducirse a que te lancen cosas a la cara. Claro que afecta la película que veas, y yo vengo afectado por ver " Lluvia de albóndigas " ( Cloudy with a Chance of Meatballs ). Una buena historia original se convierte en una mezcla de Jimmy Neutron y el Laboratorio de Dexter . El guión pretende hacer una parodia del cine de catástrofes, pero directamente se excede hasta la ridiculez, en una prolongación del final sin sentido; carece de subtramas y no dedica ni un mal guiño a los padres. Los personajes, planos, sin el menor atisbo de conciencia social respecto al hambre en el mundo; machistas (de la peor escuela, la que elimina los escasos papeles femeninos a una madre que desaparece como por art

Cambio horario: a quien madruga... le salen ojeras

Esta noche cambia el horario oficial. Decían que iba a ser el último, pero parece que la cosa se pospone. Llaman la atención las discusiones que provoca el asunto. Más si cabe en las zonas más orientales y occidentales del país, las más afectadas por el reloj respecto al sol. No importa la especialidad profesional del opinante, ya sea sociólogo o astrofísico, economista o sanitario, porque desde una perspectiva profesional todo el mundo admite la importancia del sol (los gallegos comen más tarde que los de Baleares si nos fiamos del reloj pero exactamente en el mismo momento solar). Lo que sí importa es que la persona que emite su opinión sea madrugador (alondra) o noctámbulo (búho), o feliz cumplidor de las normas sociales (sistémico) o empeñado en ensalzar la libertad individual (empático). Y sobre todo orgulloso de ser cualquiera de estas cosas. Los husos horarios, esos que insisten en que Barcelona y Londres deberían tener la misma hora de reloj, son una arbitrariedad política qu