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Twitter como indicador de soledad

Tenía pendiente una entrada sobre la web 2.0 como indicador de soledad. O de compañía virtual. O de momento de relax. Mi propio blog y sobre todo mi twitter podrían dibujar una gráfica de contacto físico con el prójimo (entiéndase mayormente lo de físico como directo, para mi pesar), es decir, a más entradas menos estrés, menos trabajo, pero también menos familia, menos amigos, menos cervecitas. A más esperas, más aeropuerto, más comer solo o más "nido vacío" pues también más Internet, más Facebook, más LinkedIn. No es sustitutivo de la comunicación personal que, evidentemente, sigo prefiriendo, ni siquiera es la demostración simple del nivel de ocupación o de holganza (en vacaciones casi desconecto, por ejemplo; y si estoy a tope de trabajo, también). Es otra cosa, más sutil. Más de estado de ánimo.

Hoy me he enterado de la muerte de un antiguo compañero, Juanjo Gallo, un periodista de 53 años, con el que trabajé un tiempo. Un buen tipo. Hace algunos años dejó la trinchera de la Redacción y se pasó al frente institucional, como jefe de prensa de la Diputación de A Coruña. Uno de esos funcionarios que trabajaban cualquier día de la semana, a cualquier hora, que también existen. La parca le pilló currando en su despacho un sábado por la tarde-noche. Lo cierto es que me dolió la noticia. Es el primero de los colegas de mi generación que muere de muerte "natural". Superados los primeros momentos, las llamadas, la estupefacción y las mierdas esas de que vivimos dos días, nos amargamos por tonterías y que la vida es algo más que trabajo, no se me ocurrió otra chorrada más que expresar mi sentimiento en Twitter y en Facebook. No sé por qué, era una mezcla de contribuir a dar la noticia y decir en público que de verdad me sentía mal. No fui el único. Me consta que al menos a una docena de personas les ha ocurrido algo parecido. Es un poco absurdo porque creo que Juanjo no estaba en ninguna de estas redes, aunque a lo mejor estoy equivocado. Pero los que las usamos compartimos trozos de momentos en el fondo siempre personales. A veces, tristes.

Comentarios

  1. Cuando comienzas a considerar las redes sociales (Facebook, Twitter, ...) como una verdadera y real red social, este tipo de cosas también tienen cabida.
    Me explico. A pesar de que hay momentos en que nos olvidamos o las dejamos un poco de lado (demasiado trabajo o deconexión absoluta por las vacaciones) de un tiempo a esta parte las redes sociales forman parte de nuestra rutina diaria, de nuestra comunicación con el resto del mundo, con nuestros conocidos, contactos o amigos. Por ello, no sólo recurrimos a ellas para nuestros gustos, aficiones, alegrías o eventos. Son parte de nuestra identidad y de nuestra manera de interactuar con los demás y, como tal, también las malas noticias pueden formar parte de ellas.
    El uso de estas redes como reflejo de nuestras vidas supone que a través de ellas podamos expresar gran parte de los aspectos que estas incluyen. El límite lo marca cada uno.

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  2. Como todo, depende de cada uno, está claro. Yo creo que no se deben tomar como sustitutas de las relaciones "de verdad", a la cara. Pero hay que reconocer que gracias a ellas mantengo el contacto diario con aquellas personas que, por las circunstancias de la vida, están lejos y no podría de otra manera relacionarme con ellas. También son diferentes a otros medios, como el correo electrónico o el teléfono, que podrían ser más personales, pero que no usas de una manera tan habitual.

    A nivel profesional son muy útiles para, en un golpe de vista, mantenerte informado del ámbito en el que te encuentres interesado. Es decir, si eres "fan" ahora "te gusta" una serie de páginas serias, verás publicado en tu perfil un resumen de las noticias del día sobre el tema deseado. Ahora ya no tengo que entrar en específico en el blog tal o la página cual, sino que las tengo todas ordenaditas.

    Como bien dice Elena, el límite lo marca cada uno.

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