Sin aviones hasta para George Clooney

El cierre del espacio aéreo ha sido y es una oportunidad a la reflexión sobre un mundo sin aviones, o con pocos aviones. Perderíamos muchas posibilidades. Y se harían visibles otras tantas. Multitud de negocios se transformarían y las personas volverían a percibir las distancia en términos humanos, aunque ni los trenes de alta velocidad, ni siquiera coches y motos son demasiado humanos.

Pero de entre todas la revoluciones que harían casi irreconocible el planeta dos serían de capital importancia: el descenso del turismo (algo evidente con casi mil millones de turistas internacionales por año) y de los viajes de empresa, sí, esos viajes de negocios, de puente aéreo, de voy por la mañana y vuelvo por la noche, o de 24 horas, o de convención, de entrevista, de reunión, de ventas, de vernos las caras que eso de la videoconferencia sigue sin funcionar, de multinacional, de reactor privado, de hago una escapada a Kenia que nunca me tomo vacaciones, de todos los delegados del grupo en un resort caribeño, que ya puestos, los viajes de business, qué gran nombre.

Hablar de una Tierra sin transporte aéreo hoy por hoy es una locura, a pesar de la contaminación, del calentamiento global y de su escasísima eficiencia energética comparado con otros medios. Pero una crisis como la del volcán islandés o la del 11 de septiembre de 2001 tiene que poner en evidencia a miles y miles de empresas y decenas de miles de ejecutivos que viajan de forma claramente innecesaria y sustituible por cualquier medio de comunicación telemático. Sé que muchos están cansados de hacerlo, pero a la vez se sienten en la élite mundial de quienes "deben" hacerlo, o de los que dirigen negocios que impepinablemente exigen su presencia en cualquier latitud y en apenas unas horas porque, como todo el mundo sabe, son imprescindibles.

Ahora que hace años que volar es "barato" y "popular", que las terminales de los aeropuertos se parecen a las de autobuses, que se ha perdido el glamour, que se huele a colonia a la salida y a sudor a la llegada, podría parecer que este discurso no tiene sentido. Nada más lejos de la realidad. Se ha reafirmado, con salas vip plus, tarjetas de fidelización platino o negras, con entradas reservadas, recogidas a pie de pista, preferencias en las maniobras de despegue o aterrizaje. El business es el business y siempre existen categorías y clases. El personaje que interpreta George Clooney en Up in the air es una buena caricatura. Y de sus alternativas.

Y es que en general somos bastante ridículos. Creánme. Para mi desgracia, sé de lo que hablo.

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