Buscando una foto de Cristiano y Messi...

Dicen que los medios de comunicación, más que convencernos de qué pensar sobre algo, nos obligan a pensar en algo. Aseguran que esa es su manipulación más perversa. Distraen nuestra atención y la dirigen hacia donde quieren, como un hábil prestidigitador. Logran que el conejo de la chistera sea "indiscutiblemente" lo más importante que ocurre ante los ojos de los espectadores, aunque por detrás les estén robando la cartera. La profesión periodística consiste, antes que nada, en eso: decidir hacia dónde dirigir el foco. Que la decisión esté motivada por intereses confesables o no es la diferencia entre un periodismo honrado o indecente.

¿Pero qué ocurre cuando uno no es periodista sino un "creador de contenidos", "comunicador" o sólo alguien que comunica por cualquiera de los medios disponibles hoy en día?, ¿y cuando el resultado se define en función del número de personas a los que les gusta, que votan o recomiendan y un ordenador coloca en la primera pantalla de los resultados de búsqueda?, ¿qué ocurre si un mensaje no tiene éxito en los primeros momentos y se pierde en seguida hacia posiciones que nadie ve y por tanto nadie puede votar? El foco dirigido por el profesional ético o sinvergüenza o el foco dirigido por el individuo, la suma de individuos y el sistema informático de turno. Una enorme diferencia. O no.

Ayer necesitaba un foto de Cristiano Ronaldo y otra de Messi con las camisetas del Madrid y del Barcelona. Busqué en Google. Ronaldo no aparece con la dichosa camiseta hasta la pantalla 3. Messi, en la 1. Sólo con este dato ya se puede escribir un artículo sobre ambos jugadores, las estrategias de marketing de los clubes, el diferente tratamiento que reciben o la gestión de su propia imagen. Pero también se puede hablar de lo que hace la gente con esas imágenes, de la democracia de la atención.

Y al final todo se reduce a una cuestión de criterio, de autóritas, de valores. El prescriptor profesional, malo, bueno o regular, frente a la suma de espontaneidades y a un "algoritmo" que, con o sin karma tipo Menéame, hace sus propias propuestas, define la agenda de la actualidad, el en qué pensar mucho más que el qué pensar.

No sé si me gusta demasiado. Pero cada vez más medios profesionales se dejan llevar por la agenda que les marca Youtube, Google, Facebook o Digg, a veces con cierto retraso, como cuando en determinados programas emiten, por ejemplo, vídeos que han sido descargados millones de veces y, claro, tú también los has visto. Tampoco me gusta mucho, aunque de algún modo siempre haya pasado, que la audiencia decida qué es importante, aunque lo que realmente me aterra es que algún sistema técnico diseñado por alguien muy poco conocido y menos transparente filtre y ordene los resultados. No hay juicio ético en el modelo actual. Los invisibles serán cada vez más.

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