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Por qué no nos metemos en política

La frase de Franco "haga como yo, no se meta en política" ha servido para ilustrar la aversión que tenemos en este país a ejercer, defender y sostener ideas políticas además de cargos políticos. En realidad, cargo e ideas parecen conceptos incompatibles. Vean el caso de Zapatero, que presumiendo de banderas izquierdistas ha acabado aplaudido por Botín y dejando a los trabajadores más pobres, menos protegidos socialmente y con el recibo de la luz por las nubes (es un ejemplo).

No nos queremos meter en política por ideas. Al parecer algunos sólo aceptan la oferta por oportunidad laboral o de enriquecimiento pero no porque pretendan hacer las cosas como ellos creen que se deba hacer. Ni siquiera por hacerlas como la mayoría de la gente cree con tal de que les vote. Esa clase de marketing mal entendido en el que se ha convertido la supervivencia de los partidos. Y es que las empresas sí deben orientarse a la demanda, esa es la clave del marketing. Pero las ideas no, salvo que las conviertas en mercancía, en productos de consumo.

Me pregunto si es que ya somos una sociedad sin ideas, sin ideologías. Sólo hay pies de los que cojear. El otro día me iban a invitar a una tertulia radiofónica pero la jefa de informativos me soltó un "primero voy a enterarme de qué pie cojeas", no parecía una pregunta sobre mis posiciones ideológicas sino sobre mis pesebres. Sabes, le dije, tengo la libertad del gitano, en mi hambre mando yo. No tengo línea editorial impuesta. No tengo clientes publicitarios a los que no cabrear. No tengo intereses inconfesables. Pero sí tengo ideas, formas de ver la vida en general y las cuestiones concretas. Y odiaría traicionarlas.

Como soy realista y mayor, sé que el posibilismo es hasta cierto punto inevitable. Aunque presentarse como adalid de lo blanco para acabar en lo negro me parece tan indigno que no entiendo como a Zapatero no se le ha caído la cara de vergüenza.  Lo sé, para eso hay que tener vergüenza.

Comentarios

  1. Es que para llegar a algún lado en política hay que prescinder de dos cosas: ideales y vergüenza. Por eso no traicionan los primeros ni les afecta lo segundo. Y así pueden llegar a alcandes, a ministros, a presidentes.
    Spain is different. Para lo malo sobretodo.

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  2. Habría que cambiarlo, pero nadie tiene ganas. Demasiado cansancio, supongo.

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  3. Lo malo es que se ha perdido por completo el significado original del término "política". Es decir, ya nadie la entiende como la actividad humana que se orientaba a alcanzar objetivos en beneficio del pueblo o la sociedad. Sí, he dicho beneficio. Ay, si Aristóteles levantara la cabeza...

    Ya no sólo es el hastío o el cansancio, se ha llegado a la tergiversación de los términos y ya nadie piensa en la política como en una profesión digna y de respeto.

    Es una pena...

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