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El péndulo eléctrico y nuclear

Nos movemos como péndulos. La energía nuclear está en la picota, tic, la electricidad es muy cara, tac. Ahora suenan a sensatos los argumentos que hace dos días eran casi antisistema. Lo mismo ocurrió con la crisis financiera, con la burbuja inmobiliaria. El discurso de la sostenibilidad, la auténtica sostenibilidad no el argumento comercial para vender híbridos o bombillas, parte de un descenso del consumo. ¿Estamos dispuestos?, dicen los defensores del "progreso" (es que es el mundo al revés").

En Estados Unidos, la industria del automóvil está preocupada por una tendencia creciente entre los jóvenes: ya no anhelan comprarse un auto en cuanto se sacan el permiso de circulación. Mientras se conduce no se puede aprovechar el tiempo con las redes sociales. Pasan del chófer papá al transporte público para seguir conectados. Todavía es una tendencia incipiente, pero podría significar un "nuevo paradigma" (otro más).

Los niños, concienciados a veces por una ecología de pandereta, crecen y pueden pensar en reconducir su consumismo. No quieren volver a las cavernas, como amenazan los que no quieren oír ni hablar del "retroceso", ¿pueden evolucionar hacia direcciones que no requieren tanta energía, tanto derroche?.

A quienes nos gusta el aire libre, nos pone ligeramente tensos eso de vivir todo el año a 22 grados. No pasa nada por tener algo de frío o de calor cuando corresponde. Ni es necesario que las noches estén tan iluminadas.

Consumimos demasiado. Creemos que es imprescindible y no es cierto. No es el progreso, es el despilfarro, es la inconsciencia. Y lo malo es que aquí no hay péndulo. Siempre vamos a más.

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