Cambio horario: a quien madruga... le salen ojeras

Esta noche cambió el horario oficial. Decían hace un tiempo que iban a abandonar la costumbre, pero ya saben que la cosa se pospone al menos hasta el 26. Llaman la atención las discusiones que provoca el asunto. Más si cabe en las zonas más orientales y occidentales del país, las más afectadas por el reloj respecto al sol. No importa la especialidad profesional del opinante, ya sea sociólogo o astrofísico, economista o sanitario, porque desde una perspectiva profesional todo el mundo admite la importancia del sol (los gallegos comen más tarde que los de Baleares si nos fiamos del reloj pero exactamente en el mismo momento solar). Lo que sí importa es que la persona que emite su opinión sea madrugador (alondra) o noctámbulo (búho), o feliz cumplidor de las normas sociales (sistémico) o empeñado en ensalzar la libertad individual (empático). Y sobre todo orgulloso de ser cualquiera de estas cosas.

Los husos horarios, esos que insisten en que Barcelona y Londres deberían tener la misma hora de reloj, son una arbitrariedad política que se salta con otra arbitrariedad: la del Gobierno de turno que decide otra cosa. Según ese criterio la mayoría de Galicia, por ejemplo, ni siquiera debería seguir el horario de Londres: debería tener una hora menos, es decir, dos horas menos que el horario oficial en Madrid. Eso, claro, si aceptamos que los husos horarios son paralelos exactos. En realidad, las autoridades políticas han decido que no lo sean por mil cuestiones de organización social.


Así, tienen idéntico horario oficial zonas con la misma latitud aproximada (pongamos 40 grados norte, la de España más o menos) distanciadas más de 2.500 kilómetros (un huso horario "perfecto" mide unos 1.200 km a la altura del paralelo 40).

Dicho de otro modo: en  Skopje (capital de Macedonia) o Belgrado (Serbia) el sol sale tres horas antes que en A Coruña. Hoy, por ejemplo en Skopje sale a las cinco de la mañana, en A Coruña a las ocho. En la dos ciudades el reloj marca la misma hora. Seguro que los macedonios madrugan más por el reloj. Pero los gallegos no son más perezosos.

Con el horario de verano, cambiamos el reloj, el sol sigue su rutina y nosotros seguimos nuestras discusiones. Se levantan una hora antes quienes dependen del reloj (quizá la mayoría) y los sistémicos (los que siguen el reloj por disciplina social) y los que pueden seguir sus biorritmos se adaptaran muy poco a poco, porque la presión social, la suma de las decisiones oficiales, los sistémicos y los obligados arrastran a los demás.

Es curioso, los antiguos que se guiaban por el reloj solar no tenían esos problemas. Y hoy la tecnología nos permitiría tener los relojes perfectamente sincronizados con la evolución anual del sol. Ni nos enteraríamos: cada día nos levantaríamos un poco antes hasta el solsticio de verano y después un poquito más tarde, o si se prefiere, entre equinoccios. Eso resolvería las discusiones sobre horario estacional. Sobre husos horarios, mírese bien el mapa y, querida alondra y querido búho, ensaye argumentos.

Eso sí, tenga en cuenta que, por si fuera poco, siempre ha estado mejor visto madrugar que trasnochar. Recuerden el refrán: "a quien madruga, Dios le ayuda". Aunque hace muchos años el humorista José Luis Coll lo reescribió: "a quien madruga... le salen unas ojeras..."

PD: Hablando de esto en la Ser: https://play.cadenaser.com/audio/1553503184_918499/


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