La isla de las flores y el balance de la catástrofe


Durante más de 40 años hemos estado esperando la noticia de ETA, ha durado relativamente poco en las primeras páginas del periódico. De hecho hasta compitió con la muerte de Gadafi, otra noticia que se hizo esperar y que ni siquiera ha resistido el paso de dos días a pesar de la escalofriantes imágenes de sus linchamiento y de los niños haciendo cola para ver su cadáver. Otro fallecimiento, el de Steve Jobs, casi se sacralizó. De pronto su imagen y su vida laboral se convirtió en tan ejemplificante que parecía una revelación evangelizadora. Ayer se mató un joven corredor de motociclismo, Marco Simoncelli, y cientos de personas más en un terremoto en Turquía. Todas noticias de impacto. Todas importantes. Todas dignas de ese periodismo de masas que estamos jubilando desde hace años. Y sigue funcionando.
A la vez, la cuestión económica sigue presente aunque con menos espectáculo por técnica y menos sencilla de asimilar. La nueva inyección a la banca, los recortes y la ideología destilada incluso en los medios progresistas como la única posible. En mi facultad estamos haciendo una práctica de documental. Y una estudiante brasileña nos ha recordado este trabajo de Jorge Furtado (1989). Qué difícil resulta pensar entre tanto acontecimiento de primera plana.

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