Ir al contenido principal

¿Aburrido de las redes sociales?

Me acerqué a ellas por primera vez hace algunos años, cuatro, para ser exactos. Y ya entonces leí cosas como esto de la enfermedad de LinkedIn, por ejemplo. Me imaginé que su éxito sería efímero, llamativo, sí, pero no tanto. No entré. Ni era adolescente, ni tenía tiempo ni ganas. Pero el trabajo es el trabajo y un par de años más tarde tuve que rendirme a las redes sociales. Un año después redescubrí Twitter, acabé por tener perfiles en bastantes redes más: Facebook, Plaxo, Xing, etc, etc. incluidas algunas inconfesables, verdaderos guetos para todo tipo de experimentos. Enseguida vino el trabajo académico, las colaboraciones con empresas, y también, lo reconozco, una parte de diversión aunque nunca demasiado privada. Mi día a día digital se me ha ido complicando de forma inexorable hasta el extremo que tengo que apagar, ponerme off. Han llegado los adultos, las firmas comerciales, los gurús de barrio, los pesados, los paranoicos... la infopolución nos abruma, la gente se enfada si se te escapan sus mensajes, sus invitaciones, sus enlaces... ¿He perdido yo la frescura o el modelo se está realmente saturando?

Pues supongo que lo primero, aunque en esta ocasión, teniendo en cuenta que me incorporé al proceso en plena expansión y que todo tiene un ciclo de vida cada vez más intenso y corto, a lo mejor coincide lo particular con lo general. Los datos hablan de que Twitter sí se empieza a estancar, que Facebook crece todavía aunque un poco más lento, Orkut vuelve a caer a pesar de su relanzamiento, Tuenti, algo parecido, Hi5 tiene casi todos los indicadores a la baja, Blogger lleva casi todo el año 2010 estable; los videos de éxito en Youtube o los virales son cada vez menos espontáneos (el top ten está compuesto por nueve cantantes y un comercial de una firma de zapatillas). Curiosamente, la "red enferma" de 2006, LinkedIn, mantiene su crecimiento, quizá por la incorporación de la mayoría tardía, los treintañeros y cuarentones profesionales.

En fin, son datos de Alexa, pero las fuentes de los datos arrojan resultados a veces tan sorprendentes que la confianza se tambalea. Y las pymes, deslumbradas por la literatura de los casos de éxito, lo barato que es el tiempo de los becarios y, para qué engañarnos, la ignorancia y atrevimiento en materia de comunicación en general, saltan a la arena con su capotillo, se desaniman con los resultados numéricos y tiemblan ante el primer troll gamberro que les planta cara. Difícil distinguir los números buenos de los malos, difícil la interpretación correcta, difícil lograr la paciencia necesaria.

Quizá sea el sino de los tiempos. Al fin y al cabo, nos aburrimos de todo. Exigimos renovación constante. Quizá la redes sociales son a internet lo que los realities, las series o los magazines a la televisión: formatos que se deben actualizar cada temporada.

Comentarios

  1. Excelente reflexión. Me he tomado la libertad de reproducir un párrafo en mi bitácora e invitar a los visitantes a que lean el texto original completo.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. A medida que avanzaba en la lectura de esta última entrada me iba dado cuenta de que muchos de esos pensamientos que rondan tu mente son sospechosamente parecidos a las sensaciones que me han provocado las redes sociales en las últimas semanas. Ya no hay la misma pasión, el abandono y la apatía son cada día más frecuentes, las actualizaciones son menos habituales... Por lo menos, en lo que a mi entorno se refiere.

    Totalmente de acuerdo, fue muy novedoso, fue toda una revolución en cuanto a comunicación interpersonal se refiere pero... ¿cuándo el sistema está saturado y exige una renovación? Está claro que todo lo relacionado con el "dospuntocerismo" se basa en la constante novedad, en la continua llamada a la atención de espectador. ¿Es un ciclo que llega a su fin o se puede seguir eternamente proponiendo nuevos modelos?

    ResponderEliminar
  3. Gracias por la cita, Félix, un saludo.

    Y Elena, si a ti te empieza a pasar también... uyuyuy ;-)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Antonia San Juan no es un hombre

Hay miles de cuestiones sobre las que no tengo opinión, sólo estómago. La identidad sexual es una de ellas. No sé qué pensar ante alguien que duda sobre quién es. Y me quedo desconcertado ante la realidad de que algunos hombres quieren ser mujer o viceversa. O ante el hecho de que a un hombre le atraigan los hombres, a una mujer las mujeres. No tener opinión no significa mucho. La mayoría de las cosas se aceptan, se observan, gustan o no, simplemente están. Si dudo sobre la identidad sexual de una persona, me siento inseguro, como con cualquier duda, pero lo acepto como algo que no es de mi incumbencia salvo, naturalmente, que tenga algún interés sexual en ella o sea un juez deportivo ante uno de esos extraños casos como el de la corredora surafricana Caster Semenya . Pero no me quiero referir a la atleta sino a una actriz, Antonia San Juan , con la que comparto una homonimia razonable. Aunque escribamos nuestro apellido de forma diferente, ella separado y yo junto, y ella sea Antonia

Aguacero de albóndigas estereoscópicas

Pues por ahora sigue sin convencerme en cine estereoscópico, sí, el de las gafitas por mucho que haya mejorado la técnica. Pesan, quitan demasiada luminosidad, y narrativamente la tercera dimensión sigue sin aportar absolutamente nada. Pasada la primera sorpresa del novato, todo parece reducirse a que te lancen cosas a la cara. Claro que afecta la película que veas, y yo vengo afectado por ver " Lluvia de albóndigas " ( Cloudy with a Chance of Meatballs ). Una buena historia original se convierte en una mezcla de Jimmy Neutron y el Laboratorio de Dexter . El guión pretende hacer una parodia del cine de catástrofes, pero directamente se excede hasta la ridiculez, en una prolongación del final sin sentido; carece de subtramas y no dedica ni un mal guiño a los padres. Los personajes, planos, sin el menor atisbo de conciencia social respecto al hambre en el mundo; machistas (de la peor escuela, la que elimina los escasos papeles femeninos a una madre que desaparece como por art

Cambio horario: a quien madruga... le salen ojeras

Esta noche cambia el horario oficial. Decían que iba a ser el último, pero parece que la cosa se pospone. Llaman la atención las discusiones que provoca el asunto. Más si cabe en las zonas más orientales y occidentales del país, las más afectadas por el reloj respecto al sol. No importa la especialidad profesional del opinante, ya sea sociólogo o astrofísico, economista o sanitario, porque desde una perspectiva profesional todo el mundo admite la importancia del sol (los gallegos comen más tarde que los de Baleares si nos fiamos del reloj pero exactamente en el mismo momento solar). Lo que sí importa es que la persona que emite su opinión sea madrugador (alondra) o noctámbulo (búho), o feliz cumplidor de las normas sociales (sistémico) o empeñado en ensalzar la libertad individual (empático). Y sobre todo orgulloso de ser cualquiera de estas cosas. Los husos horarios, esos que insisten en que Barcelona y Londres deberían tener la misma hora de reloj, son una arbitrariedad política qu