Mensaje para García y otras historietas

Durante las vacaciones, entre otras cosas, me he dedicado a hacer limpieza. He tirado, con mucho dolor de corazón, papeles de mi infancia, de mi etapa universitaria, de etapas profesionales anteriores, de becario, de temporal, de fijo, de parado, de empresario, de funcionario.... Releí alguno y me encontré con historias repetidas, por ejemplo, esas que alguna vez te contaron en clase y que luego tú usas en tus propias charlas, con alguna imprecisión. Una de ellas (quizá la conozca) es la del "Mensaje para García".  La primera vez me impresionó. La segunda la aprecié más aún. Después la incorporé a mis anécdotas para pedir iniciativa (y en el fondo obediencia) a mis colaboradores (en realidad subordinados) o para ilustrar clases de comunicación y dirección de personas.

No hace falta que la lea pero por si acaso le pongo el enlace.. En resumen es una historia que cuenta como el teniente Rowan recibió un difícil encargo del presidente de los Estados Unidos y lo cumplió sin preguntas: entregar un mensaje al general García, perdido en la guerra de Cuba. Eso es todo. El obediente perfecto. Asume su rol, su rango, no pide medios para su trabajo, ni tan siquiera información, no duda ni pone obstáculos, excusas o inconvenientes. Simplemente hace lo imposible. Una historia que ha ilustrado MBA, cursos de motivación, discursos, arengas, conferencias y todo tipo de literatura de gestión.

Hoy no me impresiona tanto. He visto muchas veces como una orden se acata ciegamente ante el jefe "supremo" aunque es otro cantar si el jefe está en el nivel inmediatamente superior, incluso a pesar de que la orden venga en cascada. He visto como todo el mundo quiere una obediencia absoluta al principio ante órdenes moderadas, pero muchos acaban dando órdenes ignorando si son o no cumplibles (de esos que mandan por sus melindres). Y he visto a muchos cuadrándose porque le van a pasar el marrón a otro sin contemplaciones.

Viene todo esto a cuento de lo que está cayendo entre poderes financieros, gobiernos y ciudadanos. Cuando releí la historia del Mensaje para García me acordé de los "mercados" que ordenan a unos gobiernos que acatan y joroban al ciudadano. El nivel de los actuales líderes políticos parece no llegar mucho más allá del rango de teniente. Mientras que los banqueros están en el nivel del presidente McKinley. Quizá el heroico teniente Rowan arriesgó su vida. O quizá le pasó el marrón a un recluta anónimo. Eso a McKinley le trajo a pairo.

Comentarios

  1. Esta vilificación de "los mercados" (financieros) que se ha puesto de moda es sólo demagogia e ignorancia.

    El derecho a la propiedad privada y la libertad de mercados son fundamentales para una sociedad libre. Cada uno hace con sus ahorros lo que mejor le parece y nadie tiene derechos sobre el trabajo o los ahorros de los demás.

    Algunos países tienen economías productivas y ahorradoras y tienen dinero para prestar, como Alemania por ejemplo, y otros países, como España o Grecia, tienen economías poco productivas y menos ahorradoras.

    Hemos estado años viviendo del cuento y del despilfarro y ahora que la cosa aprieta y tenemos que pedir prestado nos parece mal que los prestamistas nos pongan condiciones para asegurarse de que no seguiremos despilfarrando y podremos devolver lo que nos prestan.

    Pues si no nos gusta que nos pongan condiciones lo que tenemos que hacer es ser más productivos y no pedir prestado sino ser nosotros los que tengamos para prestar. Pero lo que no puede ser es que queremos ser el país de la litrona y el cachondeo y luego cabrearnos cuando los alemanes que se dedican a currar nos digan que menos cachondeo y más currar.

    El teniente Rowan no "le pasó el marrón a un recluta anónimo" sino que se jugó la vida para cumplir su misión. Quizá porque era Americano y no era español porque hoy en España sí que es probable que le pasara el marrón a algún recluta inmigrante; que importamos inmigrantes para que hagan el trabajo que nos corresponde mientras queremos vivir del cuento y que la factura la pague Alemania.

    Nos queda el consuelo de que en Grecia (y África!) están peor.

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