Hijos de mala madre

La madre de un amigo mío es una de las personas más buenas que conozco. Pero él se casó con una mujer "menos" buena: algo egoísta, algo parásita, algo malhumorada, algo mandona, algo bruja. Para no separarse (no tiene mucho dinero y los divorcios salen caros), gestiona sus emociones con cuentagotas. Así no se desgasta más de lo necesario. Sus primeros "recortes" emocionales fueron las risas. Se ríe menos, pero cuando se ríe es muy muy feliz. Como quien bebe sólo un sorbo exquisito. También se enfada menos, porque cuando se enfada sospecha que le puede dar un infarto. Dedica poco tiempo al ocio, pero el poco que disfruta le parece paradisíaco. Y al final se considera aceptablemente feliz a pesar de la pareja. Será porque es tan bueno como su madre.

Tanto como el de las grandes situaciones de crisis, siempre me han llamado la atención los modelos de gestión de lo cotidiano. Exigen una inteligencia a largo plazo que debe contar con  unas sólidas bases de carácter y modelos de imitación más que de educación formal. La "bondad" como argamasa del buen funcionamiento de las cosas: las parejas, las familias, las empresas, los países... no es un valor demasiado alabado ni reconocido. De hecho, a los "buenos" se les suele confundir con los "tontos". Parece que los "listos" se aprovechan de ellos. Aunque no se les ve más felices. Será porque son hijos de mala madre. O de mal padre.

Comentarios

  1. Al leer este post me ha venido a la cabeza algún amigo, me imagino que como a todos.
    ¡Qué bella ha sido tu manera de expresarlo!
    Efectivamente, difícil resulta la gestión de lo cotidiano, como difícil es encontrar “hijos de buena madre”.

    Un saludo.
    Mara.

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