Algunos miedos sobre la libertad de prensa


No es una opinión, es un dato: en España no interesa el boxeo. Lo deja claro Google Trends. Y en esto unos cuantos poderes mediáticos deciden que un combate es un acontecimiento y la noticia casi borra de las primeras páginas el terremoto de Nepal. Ayer todo el mundo parecía aficionado, muchos vieron la pelea en directo de madrugada. Era un notición. Una semana antes pocos de esos insomnes serían capaces de decir el nombre de un boxeador.

La libertad de prensa, en su día internacional, sigue estando tan amenazada por la agenda como por las dictaduras. Las noticias se suceden a toda velocidad, como casi siempre. Y cada vez más emocionales. Tan pronto convertimos a una mujer de Baltimore en una madre coraje, como condenamos a un padre a tres meses por pegar a su hijo.


Sí, ya sé que no es lo mismo, pero el péndulo informativo puede llevarnos a posiciones contradictorias con total impunidad. Espectáculo, por supuesto.

Periodismo, también. El capital, la gran empresa, los gobiernos, los grupos de presión, los asesinos de periodistas... naturalmente. Y también los periodistas y las audiencias. Todos nosotros amenazamos nuestra propia libertad prensa, de expresión, de pensamiento.

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