El plan para desmontar la Universidad

Primero redujeron las Licenciaturas de cinco años a cuatro. Como multiplicaron el número de Universidades, de titulaciones y de asignaturas por curso, la atención se desvió y no ocurrió nada.

Después redujeron el número de horas dedicadas a clases. Si en una carrera en la Ley de Reforma Universitaria (LRU) de cuatro años un estudiante recibía unas 3.000 horas, con los Grados de Ley Orgánica de Universidades (LOU) se convirtieron en unas 1.500.

Como los profesores daban las mismas horas, nadie puso el grito en el cielo. Repetían las prácticas en grupos más reducidos y listo. Los estudiantes reciben menos clases pero más personalizadas, decían, y coló.

Después incorporaron a todos los Grados Proyectos Fin de Carrera, ocupando a veces medio o hasta un cuatrimestre entero. El número de créditos es el mismo que el de una, dos, tres o más asignaturas. Pero no hay clases. Así que tampoco hay profesores.

Y las prácticas en empresas también las contabilizaron en créditos como si fueran clases. Pero sin profesores.

En algunos Grados, el segundo cuatrimestre de cuarto curso sencillamente no hay clase. En realidad no son carreras de cuatro años, sino de tres y medio. Y el primero de ellos está compuesto por materias básicas comunes o intercambiables entre cualquier otro Grado de la misma rama de conocimiento.

Con la crisis, algunas Universidades incrementan el horario docente de los profesores y reducen el de investigación. Con dedicaciones de hasta 300 horas sólo se necesitan cinco profesores para dar una carrera universitaria. Tienen que dar siete asignaturas cada uno, pero a quién le importa eso.

Enseguida vendrá la "racionalización", las fusiones de universidades, los campus virtuales, la movilidad de profesores. Y la formación que recibe un estudiante universitario se seguirá reduciendo.

El plan es obvio. Rebajemos la importancia de la Universidad porque hemos permitido a todo el mundo que acceda a ella. Pongámosla en su auténtico nivel de "clase media o baja". Las clases dirigentes ya envían a sus vástagos a Estados Unidos.

Y ahora comencemos los despidos. Primero los investigadores con cargo a proyectos que no se renuevan. A continuación irán los interinos. Después los profesores asociados. Después los ayudantes. Después los contratados laborales indefinidos (para eso está la reforma laboral).  Los profesores funcionarios pueden ser sólo el 51% de la plantilla docente, dice la LOU. El ERE, encubierto o no, puede llegar al 49%. Y veremos si no tocan a los funcionarios, como en otros países.

Un plan perfecto para desmontar la Universidad. Con la complicidad de muchos rectores.

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