Apuntes sobre controladores, gobierno y país

Los controladores son una casta que cobra demasiado. Quizás también trabajen demasiado. ¿Quién es el responsable?

Nadie tiene derecho a hacer una huelga salvaje.

Nadie debería estar obligado a trabajar más horas que las que ha firmado en su contrato.

El primer presidente del Gobierno que declara el estado de alerta en esta democracia no lo anuncia en persona, utiliza un portavoz.

Ya no es nuevo comprobar la importancia de las redes sociales en situaciones de crisis.

La pérdida de nervios hace decir tonterías a la gente, a veces produce linchamientos, a veces permite que los que gobiernan aprovechen la coyuntura para acabar con derechos y libertades.

Los controladores en huelga salvaje no son unos terroristas ni unos secuestradores, por no ser ni siquiera son esos piquetes que cortan las carreteras, se limitaron a no ir a sus puestos de trabajo, igual que los del Metro de Madrid, y provocaron el mismo caos que provoca cualquier otro cierre del espacio aéreo. Su actitud es gravísima desde un punto de vista laboral y, por tanto, económica, pero no penal.

Ahora han sido los controladores los militarizados. Creando el estado de opinión adecuado, mañana se podría militarizar a cualquiera que un gobernante histérico considere sacrificable por el "bien común".

Si se puede bajar el sueldo a los funcionarios también se le podrá bajar a los controladores. Si hay 2.400 que cobran 200.000€ de sueldo medio y no dan abasto por exceso de trabajo la solución es tan simple como contratar a más personal: puede haber diez veces más controladores si cobran una décima parte, es decir, 20.000€ que son, por otra parte, el salario medio en España. Que nadie me diga que no hay 24.000 españoles capaces de realizar esa tarea de "superhombres".

Las caras de los ministros han sido un poema. La gestión de la crisis, de antología del disparate. El papelón de los médicos que firmaron las bajas de los controladores huelguistas, memorable. La gestión empresarial de Aena, mejor ni mencionarla. Los huelguistas, una pandilla de niños bien atacados de los nervios porque aparecieron las furgonas militares (se imaginan qué hubiera ocurrido si en vez de controladores hubieran sido los del metal, los mineros o los astilleros), asustados porque les han colocado una diana en su cabeza cuando quizá esperaban comprensión (lógico, ¿no?).

¿Y los medios de comunicación? Pues alimentando la hoguera, con lenguaje fuerte, en realidad enardecido, con ira divina, con goteo de análisis, mostrando las historias de las familias que no pudieron ir a Eurodisney. Al fin y al cabo era una semana ligerita, con medidas económicas improvisadas, con los mercados presionando, con la retirada de ayudas a parados, ¿Qué mejor ejemplo para reflejar la importancia del cierre aéreo que los que se van a Eurodisney?

Con la imagen de España por los suelos, unos señoritos irresponsables cansados de trabajar tanto (como si tuvieran necesidad)han puesto en evidencia que tenemos un políticos peligrosísimos, unos medios de información que parecen el Marca, y una ciudadanía frustrada porque le han fastidiado uno de esos puentes que sólo se pueden permitir los ricos. Menudo espectáculo. Menos mal que estamos en crisis.

Comentarios

  1. No llegamos a estar en crisis y en vez del estado de alerta, estalla una guerra. Lo único que tengo claro es que ningún colectivo y ningún organismo responsable ha sido capaz de afrontar esta situación como es debido ni han sabido buscar una solución apropiada.
    Qué será lo próximo? Me mantengo impaciente a la espera...

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