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Predicciones sobre las ZBE

Balance del año y predicción para el que viene. Así solemos rematar diciembre. Recurriendo al oráculo de Delfos, a la hemeroteca, a internet y a la inteligencia artificial. Desde los griegos hasta los usuarios de ChatGPT. De lo que pasó se suele ocupar nuestro sesgo personal, esa maravillosa mezcla de retención y distorsión selectiva que todos llevamos dentro, incluidas las líneas editoriales y los mismísimos algoritmos. De lo que pasará, en el fondo, lo mismo. Así que mientras las calles de la ciudad se llenan de tecnología y señales sobre la ZBE (zona de bajas emisiones) y los políticos profetizan que no habrá limitaciones de tráfico, o mientras Europa aumenta su gasto militar con un ojo en Trump y otro en Putin, permítanme reírme un poco de algunas de nuestras técnicas de predicción. Incluidas las más científicas. Cuando los científicos comprobaron que el tarot o el i ching no eran del todo precisos, inventaron la “prospectiva” para “identificar tendencias”, que tienen mucho que ver...

Alcaldes transformadores

A los alcaldes se les valora por muy diversos motivos: políticos, personales, por su gestión o por sus gestos. Mueven pasiones e indiferencias casi por igual. Para muchos ciudadanos un alcalde es invisible, para otros es quien les arregla o no la calle, el facha o el rojo de turno, el que permite licencias o el que las paraliza. Pero si alguna característica común tienen casi todos los alcaldes mejor valorados es haber sido capaces de transformar su ciudad. Eso de “transformar ciudades” es una especie de concepto social que no está del todo claro. De Paco Vázquez se dice que abrió A Coruña al mar. De Lores, que humanizó Pontevedra, o de Iñaki Azkuna que reconstruyó Bilbao con su efecto Guggenheim. Pueden ser transformaciones más o menos redondas. Nunca exentas de críticas. En Málaga, Francisco de la Torre lleva 24 años gobernando y ha convertido a la ciudad en un referente cultural y un polo de atracción de talento tecnológico. Pero en diez años el precio de la vivienda se ha duplicado...

Debates aborregantes y peligrosos

¿Es normal que existan pensiones de 3.000 euros cuando el salario más frecuente en España apenas supera los 1.200? Pues, naturalmente. La frase, además de ser imprecisa estadísticamente, muestra una falacia de manual al usar la palabra “normal” para calificar las pensiones brutas máximas y compararla con los salarios “más frecuentes” netos. Pero si yo no llego a final de mes no me voy a poner a analizar los matices. Simplemente me cabreo. ¿Cree usted que el gobierno debe intervenir en el mercado de la vivienda? Si atendemos a los sondeos, sin duda. Aunque para unos esa intervención debería ser limitar la libertad de los propietarios a la hora de fijar sus precios, para otros tendría que centrarse en incrementar la vivienda pública y para otros facilitar y multiplicar la promoción privada. Pero planteando la pregunta de este modo, logramos que casi todo el mundo parezca “intervencionista”. ¿No es anacrónico que los funcionarios públicos tengan una mutua que ofrece asistencia sanitaria p...

La universidad sin dinero

Coincidiendo con la noticia de que está pensando en vender edificios y participaciones en sociedades para enjugar su déficit de más de 13 millones de euros, la Universidade da Coruña ha difundido internamente su plan estratégico de comunicación. El documento reúne con enorme voluntarismo la mayor parte de los conceptos teóricos. Pero le falta el más importante de los prácticos: el dinero. Porque podemos rellenar papeles con la facilidad de ChatGPT, usar los libros de todos los especialistas y parafrasear los planes de otras organizaciones para inspirarnos. Pero, sin el presupuesto adecuado para la ejecución del plan, el documento queda en un brindis al sol.  Todos sabemos que el monstruo administrativo tiene sus particularidades. Las rigideces económicas de las entidades públicas provocan, por ejemplo, que se tire dinero en unas partidas mientras en otras falta. Hablan de capítulos como si se tratara de una novela, de planes plurianuales inalterables (que incomprensiblemente encant...

Ellos esperaban a Godot, nosotros la Aesía

Como a Godot, así esperamos a la Aesía, antes conocida como AESIA, la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial. Siento algo de pudor por recurrir a la obra de teatro de Samuel Beckett, que se convirtió ya hace años en una especie de tópico periodístico para aludir a aquello que se espera y nunca viene sin saber muy bien de qué se trata. Y no menos reparo en abrazar los argumentos de un partido político, en este caso el PP, que esta semana llevaba al Congreso las preguntas sobre cuándo llega Godot, perdón, la Aesía. Pero es que nos llenaron de tantas promesas, sin duda verosímiles porque hablaban de futuro, tecnología y puestos de trabajo, que a nadie puede extrañar que nos queme la impaciencia. Ayer mismo Palexco reunía un congreso de directivos sobre ese futuro que ya es presente para muchos y un poco menos para los coruñeses. Se glosaron beneficios sin dejar de apuntar realidades. La inteligencia artificial –conste aquí que me tiene fascinado– lo cambiará todo, c...

Medios abandonando redes sociales

El negocio que aprovechó rápidamente la fotografía, el telégrafo, el teletipo o el fax llegó tarde a Internet. Enseguida se dio cuenta del potencial del cine, la radio o la televisión, pero perdió unos años preciosos en el terreno de las redes. Por aquel entonces, el negocio del periodismo, con todos sus defectos y virtudes, disfrutaba sus grandes rotativas a color, sistemas editoriales informatizados, promociones de fin de semana y chorros de publicidad que engordaban las cuentas de resultados. Eran los únicos que tenían influencia y la rentabilizaban en sus relaciones con los poderes políticos y económicos. Pero en unos años 90 que volaban entre concesiones de canales, periódicos con infinita paginación y docenas de universidades formando a miles de nuevos periodistas, la Red empezaba a popularizarse sin que apenas se enteraran. Con el espejismo de las “puntocom” algunos se coronaron: “Véis como no era nada”. El arrollador éxito de los buscadores y las redes sociales les cerró la boc...

La educación que todo lo arregla pero no pagamos

  Salgo de una clase de periodismo audiovisual en la que se plantean temas de reportajes y posibles enfoques. Los asuntos van desde las redes sociales y los bulos hasta la pornografía, la violencia, el acoso, las relaciones tóxicas, la prostitución, las adicciones… cuestiones siempre muy encuadradas en la agenda de información social que rodea a todos, incluidos los estudiantes universitarios que se afanaban en encontrar una orientación original a sus proyectos en el aula. Lo curioso es que todos pretendían acabar con una propuesta de solución idéntica: esto solo puede arreglarse con educación, con más y mejor educación. Los expertos afirman que el desastre de las inundaciones se habría cobrado muchas menos víctimas si la gente tuviera más formación sobre cómo reaccionar ante una catástrofe. Que los políticos no están suficientemente preparados para valorar la información que les proporcionan los asesores e infravaloran peligros. Que las autoescuelas no enseñan a los automovilistas...