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Vacaciones

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Nos podemos ir de vacaciones. Renovado el CGPJ, Assange en libertad, el Deportivo sin déficit… pocas semanas prevacacionales aligeran tanto la mochila de las preocupaciones. Podremos disfrutar del descanso en toda su extensión. Y de esto precisamente quería hablar: de las vacaciones. ¿Cuántos chicos que creen estar escogiendo este verano su futuro profesional pensarán en este decisivo factor laboral? Quién sabe, pero quizá muchos aspiren a ser profesores por cinco razones: julio, agosto, navidad, carnaval y semana santa. Otros desearán ser diputados para, además, sumar a todo lo anterior el mes de enero. Habrá quienes se conformen con ser funcionarios por aquello del mes y los moscosos, que menos da una piedra…Muy pocos se fijarán en los períodos de descanso elegibles: si se puede escoger a lo largo de todo el año, si es obligatoria una época del año, si se puede acumular, si solo pueden ser unos días seguidos, no un mes, si los compañeros tienen más derechos que tú… De verdad que me a

Elegir carrera

Dicen los mayores que quienes acaban de aprobar la selectividad viven el verano de su vida. Porque en la época de los mayores había exámenes de septiembre. Ahora los más jóvenes tienen unos cuantos veranos de su vida por delante, de esos que duran dos o tres meses, aprueben o no. Algunos los aprovecharán para exóticos viajes “low cost”, con su iPhone de mil euros en el bolsillo. Otros devorarán “fests” y pulseras “cashless”. Y unos cuantos se buscarán los cuartos en trabajos estivales. Pero los que han superado la EBAU, además de celebración juvenil, también tendrán su pequeño infierno: la elección de carrera profesional. Y nadie les libra de la angustia y de la inseguridad propia de la edad. Todo, además de por la familia, parejas de turno y amigos, exagerado por las redes sociales. Pues, hala, jóvenes, a decidir dentro de la disparatada oferta de más de cuatro mil carreras universitarias y la “escasísima” de unos 90 grados superiores de formación profesional. Habéis recibido informac

El Mir judicial y las trincheras

  Sumar propone un cambio en el sistema de acceso a la carrera judicial que, al margen de trincheras políticas, debería al menos hacernos reflexionar. Es cierto que, si usted no cuenta con unos padres que le mantengan mientras prepara oposiciones, tendrá pocas posibilidades de superar esas anticuadas pruebas de memoria y velocidad oral que los aspirantes denominan “cantar”. Pero en realidad lo más grave no reside en el clasismo del modelo, si no en su falta de idoneidad para elegir a los mejores, a los más aptos para ser juez o fiscal. Porque los “chapones” no son los “mejores”. En general lo sabe todo el mundo y en concreto lo sabemos quiénes nos dedicamos a enseñar. Un “empollón” demuestra capacidad de trabajo y concentración, pero a veces oculta cuadros psicológicos inquietantes, muy poco adecuados para unas profesiones que precisan cualidades intelectuales, sociales y humanas complejas. Lo vemos en los jueces estrella, en los mediáticos, en los politizados, en los que andan sin toc

Manfred, Iratxe, ¿quiénes sois?

Muchos se cachondean sin disimulo, incluso en televisión: ¿de verdad hay elecciones europeas? Otros puede que ni se hayan enterado. Unos cuantos se escandalizan de que se prevea una baja participación. Y hay quien se rasga las vestiduras porque no se vote pensando en Europa sino en una especie de plebiscito que burle el sistema D’Hondt. Y qué esperaban, digo yo. Los políticos saben que los ciudadanos no entienden el funcionamiento de la Unión Europea. Pero cómo lo van a entender si es que además de ser extraordinariamente complicado, apenas se habla de ello. Ni siquiera conocemos a las personas, a los líderes parlamentarios mientras que los nacionales, autonómicos o locales monopolizan primeras planas e informativos. Cuántos votantes ponen cara, por ejemplo, a Manfred Weber, presidente de los populares, o a Iratxe García, presidenta de los socialistas europeos y española. Por usar un dato algo tonto, lo sé, a Weber le siguen en X 67 mil personas y ha publicado menos de diez mil mensaje

Lenguaje pervertido

  El Derecho, el Periodismo y la Política se mueven, como tantos otros campos, en el proceloso mar del lenguaje. El jurídico, aspira a ser tan técnico y preciso en lo social como un bisturí en la cirugía. El periodístico, con la intención de ser entendido por su público. Y el político, con la única pretensión de obtener el voto. De ahí que a un jurista sostenga que ser “objeto de investigación” no es lo mismo que ser investigado. Que a un periodista no diferencie entre “cátedra extraordinaria” y una cátedra. Y que a un gobernante u opositor le importe un pimiento la precisión con tal de que responda a sus intereses. La mujer del presidente, en el clásico papel de “la mujer de César”, abandonó su empleo en una empresa de marketing para parecer honrada. Cuando digo parecer no quiero decir que no lo fuese, sino que también quería parecerlo. Pero suena mal. Después entró a codirigir el “Máster Propio en Transformación Social” de la Complutense. No es un máster oficial sino un “título propi

1 bolsa, 3 vidas y la política

Imagínense a los gazatíes aliviados entre las bombas porque tres países más reconocen el Estado palestino o porque universitarios de países occidentales acampan en su apoyo. Imaginen a los pescadores gallegos comprendiendo que las relaciones hispano-argentinas entren en crisis por unas declaraciones estúpidas que no serían noticia si no nos gustase tanto el chafardeo. Supongan incluso el orgullo de los argentinos viendo cantar a su presidente como un “león rugiendo en la avenida”. Imaginen el mundo de la prostitución satisfecho o indignado, como ustedes prefieran, porque la ley contra el proxenetismo no haya salido adelante. O el sincero desazón de quien no puede pagar su vivienda porque el PSOE retira su ley del suelo. Con demasiada frecuencia, los grandes temas de la semana son tan ajenos a las vidas de las personas que no dejo de sorprenderme al contemplar las apasionadas discusiones de tertulianos, comentaristas y lectores de prensa digital. Conozco el mecanismo profesionalmente, e

Letras, autores y lenguas

De vez en cuando me gusta leer algún libro de historia. Siempre he pensado que los historiadores son como los periodistas pero con cierto retraso (sin ánimo de ofender), vamos, que tienen más tiempo. Así que los considero una especie de colegas con similar afán por la verdad, la neutralidad y la soñada objetividad. El escribano más libre de sesgos que uno pueda imaginar. Es decir, que lo intenta honestamente, consciente no solo de que no lo va a conseguir sino también de que algunos sesgos ni siquiera sabe que los tiene. Por eso leo historia con la misma sana cautela que los periódicos. No digamos ya las redes sociales, por favor. Y hoy, Día das Letras Galegas, pienso en los que proponen candidatos para su honra, los que escriben biografías para su justificación y los que, sin haberlas leído jamás, ojean a última hora sus obras, sin tiempo ni afán para la crítica no siendo que les acusen de ir contra la lengua, contra la patria y quién sabe cuántas cosas sagradas más. Se dedica el año