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El Mundial de la lechera

  El Concello de A Coruña está convencido de que los inspectores de la FIFA confirmarán a la ciudad como subsede del Mundial de Fútbol de 2030. Y una gran mayoría de votantes, profesionales de múltiples disciplinas, periodistas y aficionados se alegrarán. En realidad muy pocos se molestarán. Porque, aunque los datos y la experiencia demuestran que es una pésima inversión, la emoción, el orgullo local y el optimismo (imprescindible para sobrevivir) nos empujan como una gigantesca ola impulsa a un surfista. A todos nos apetecen los lujos, compramos coches más caros de lo necesario, nos hipotecamos algunos años más de lo que sería razonable y nos concedemos o soñamos con todo tipo de caprichos. Gracias a esa tendencia tan humana, unos pocos se enriquecen y unos políticos ganan elecciones. Hasta ahí todo normal. Pero resulta simpático como, para el autoengaño colectivo, no paramos de repetir coletillas: el Mundial tiene un enorme impacto económico, genera miles de puestos de trabajo y proy

No son los “pseudomedios”, son las redes

  El director de un medio y su empresa editora son los últimos responsables de lo que publican. Tanto o más que el autor, sea o no periodista profesional. Si Youtube, X o Facebook fueran legalmente medios de comunicación, los Elon Musk, Zuckerberg o Page tendrían que responder por millones de calumnias, injurias, libelos y bulos. Ellos y sus directores correspondientes en cada uno de los países. Jeff Bezos acaso responda en último término por lo que se publica en el Washington Post, pero difícilmente lo hará por algo difundido en Amazon. Las multinacionales digitales han logrado zafarse del marco legal que regula los medios de comunicación. Sin embargo ocupamos el debate político con los ahora famosos “pseudomedios”, cuando estos  tendrían una influencia escasísima sin la viralidad de las redes. Eso es lo que hay que regular: las redes sociales. Hace apenas unos meses, un director de cine fue acusado de agresor sexual por un diario madrileño, El País. Esta semana, el cineasta ha anunci

Algunos datos que preferimos olvidar

  Voy a citarles algunas cifras coruñesas con frecuencia consideradas como residuales y por tanto olvidadas. Por ejemplo, quizá usted sepa, o no, que entre 400 y 600 personas sin hogar rotan a diario por los servicios sociales del área. O que 3.000 familias piden becas de comedor pero al parecer solo se conceden 2.300. O que más de 16.000 coruñeses están en situación de dependencia y lo peor es que para conseguirla oficialmente se tarda más de un año…  Son los números de un panorama ante el que generalmente cerramos los ojos. Nada de todo esto ha sido ni noticia del verano, ni sale en los teledirigidos algoritmos de nuestras redes sociales, ni aparece en las principales tareas pendientes de cualquiera de las administraciones responsables. No debe dar votos, ni provoca el enconamiento de las pasiones frentistas que tanto gustan a cada uno de los bandos identitarios que se reparten foros y comentarios. Preferimos la bronca sobre Begoña y Peinado, Llarena y Puigdemont, el cupo, la amnistí

Vacaciones

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Nos podemos ir de vacaciones. Renovado el CGPJ, Assange en libertad, el Deportivo sin déficit… pocas semanas prevacacionales aligeran tanto la mochila de las preocupaciones. Podremos disfrutar del descanso en toda su extensión. Y de esto precisamente quería hablar: de las vacaciones. ¿Cuántos chicos que creen estar escogiendo este verano su futuro profesional pensarán en este decisivo factor laboral? Quién sabe, pero quizá muchos aspiren a ser profesores por cinco razones: julio, agosto, navidad, carnaval y semana santa. Otros desearán ser diputados para, además, sumar a todo lo anterior el mes de enero. Habrá quienes se conformen con ser funcionarios por aquello del mes y los moscosos, que menos da una piedra…Muy pocos se fijarán en los períodos de descanso elegibles: si se puede escoger a lo largo de todo el año, si es obligatoria una época del año, si se puede acumular, si solo pueden ser unos días seguidos, no un mes, si los compañeros tienen más derechos que tú… De verdad que me a

Elegir carrera

Dicen los mayores que quienes acaban de aprobar la selectividad viven el verano de su vida. Porque en la época de los mayores había exámenes de septiembre. Ahora los más jóvenes tienen unos cuantos veranos de su vida por delante, de esos que duran dos o tres meses, aprueben o no. Algunos los aprovecharán para exóticos viajes “low cost”, con su iPhone de mil euros en el bolsillo. Otros devorarán “fests” y pulseras “cashless”. Y unos cuantos se buscarán los cuartos en trabajos estivales. Pero los que han superado la EBAU, además de celebración juvenil, también tendrán su pequeño infierno: la elección de carrera profesional. Y nadie les libra de la angustia y de la inseguridad propia de la edad. Todo, además de por la familia, parejas de turno y amigos, exagerado por las redes sociales. Pues, hala, jóvenes, a decidir dentro de la disparatada oferta de más de cuatro mil carreras universitarias y la “escasísima” de unos 90 grados superiores de formación profesional. Habéis recibido informac

El Mir judicial y las trincheras

  Sumar propone un cambio en el sistema de acceso a la carrera judicial que, al margen de trincheras políticas, debería al menos hacernos reflexionar. Es cierto que, si usted no cuenta con unos padres que le mantengan mientras prepara oposiciones, tendrá pocas posibilidades de superar esas anticuadas pruebas de memoria y velocidad oral que los aspirantes denominan “cantar”. Pero en realidad lo más grave no reside en el clasismo del modelo, si no en su falta de idoneidad para elegir a los mejores, a los más aptos para ser juez o fiscal. Porque los “chapones” no son los “mejores”. En general lo sabe todo el mundo y en concreto lo sabemos quiénes nos dedicamos a enseñar. Un “empollón” demuestra capacidad de trabajo y concentración, pero a veces oculta cuadros psicológicos inquietantes, muy poco adecuados para unas profesiones que precisan cualidades intelectuales, sociales y humanas complejas. Lo vemos en los jueces estrella, en los mediáticos, en los politizados, en los que andan sin toc

Manfred, Iratxe, ¿quiénes sois?

Muchos se cachondean sin disimulo, incluso en televisión: ¿de verdad hay elecciones europeas? Otros puede que ni se hayan enterado. Unos cuantos se escandalizan de que se prevea una baja participación. Y hay quien se rasga las vestiduras porque no se vote pensando en Europa sino en una especie de plebiscito que burle el sistema D’Hondt. Y qué esperaban, digo yo. Los políticos saben que los ciudadanos no entienden el funcionamiento de la Unión Europea. Pero cómo lo van a entender si es que además de ser extraordinariamente complicado, apenas se habla de ello. Ni siquiera conocemos a las personas, a los líderes parlamentarios mientras que los nacionales, autonómicos o locales monopolizan primeras planas e informativos. Cuántos votantes ponen cara, por ejemplo, a Manfred Weber, presidente de los populares, o a Iratxe García, presidenta de los socialistas europeos y española. Por usar un dato algo tonto, lo sé, a Weber le siguen en X 67 mil personas y ha publicado menos de diez mil mensaje