Elegir carrera

Dicen los mayores que quienes acaban de aprobar la selectividad viven el verano de su vida. Porque en la época de los mayores había exámenes de septiembre. Ahora los más jóvenes tienen unos cuantos veranos de su vida por delante, de esos que duran dos o tres meses, aprueben o no. Algunos los aprovecharán para exóticos viajes “low cost”, con su iPhone de mil euros en el bolsillo. Otros devorarán “fests” y pulseras “cashless”. Y unos cuantos se buscarán los cuartos en trabajos estivales. Pero los que han superado la EBAU, además de celebración juvenil, también tendrán su pequeño infierno: la elección de carrera profesional. Y nadie les libra de la angustia y de la inseguridad propia de la edad. Todo, además de por la familia, parejas de turno y amigos, exagerado por las redes sociales.


Pues, hala, jóvenes, a decidir dentro de la disparatada oferta de más de cuatro mil carreras universitarias y la “escasísima” de unos 90 grados superiores de formación profesional. Habéis recibido información de profesores de instituto, visitas a centros, expertos en apoyo vocacional, páginas de internet, instagramers, youtubers y tiktokers extraordinariamente ricos que opinan de todo y te enseñan su éxito, hasta de bancos que parecen especializados en detectar talento (quién sabe si lo son). Ya tenéis la sacrosanta nota de acceso. Esa que decide por ti poniendo limitaciones pero también anima a tus adultos más cercanos a meterte aún más presión para que no desperdicies ese 13,6 que te ofrece ser médico, físico-matemático o biotecnólogo aeroespacial.

Si en épocas anteriores no era fácil, no quiero ni imaginarme lo difícil que es ahora. Y cada vez se lo ponemos peor con cientos de mensajes contradictorios propios de sociedades muy, pero que muy acomodadas. Hasta hace poco, las generaciones de médicos Marcus Welby, Doctor Canon, Urgencias, House e incluso Anatomía de Grey habían ido por oleadas. Pero progresivamente el sistema las ha ido constriñendo. Era divertido o triste, según se mire, que Lou Grant despertara vocaciones periodísticas a paladas y que tantos estudiantes saturaran las facultades de Ciencias de la Información sin que el mercado pudiera absorber a tanto egresado. Pero alguien se dio cuenta de que faltaban series sobre químicos o ingenieros que encendieran pasiones y sobraban las de abogados. Así que las autoridades académicas decidieron intervenir y el “ecosistema” informativo (no sé por qué ahora se llama “ecosistema” a todo sistema) se dejó llevar.

Primero, la administración educativa, con una nota de corte demasiado generalista para un mapa de titulaciones súper especializado. La ya extinta EVAU y la futura PAU solo sirven para tener una oportunidad en los títulos de moda, que a veces son ridículamente elitistas. Se montan dobles títulos con diez plazas sobre, yo que sé, “machine learning y ciencias de la decisión”, que así parecemos Harvard.
Segundo, los medios nos emperramos en la tasa de ocupación. Aquí se montó el lío de la universidad “profesionalizante” para formar empleados y tener muchas prácticas. Invadía el discurso de la Formación Profesional. Pero no importaba porque la FP invadió el de la Universidad para “prestigiarse”. Vamos, que la Universidad quiso ser FP y viceversa. Quizá esto se arreglaría integrando los dos modelos, o con que los dos años de ciclo superior den acceso al tercero de Universidad. Y hablando de tercero, los lobbies de empresas, sobre todo TIC. No encuentran profesionales, dicen. Como los talleres o los bares, amigos míos, solo que por motivos diferentes. Paguen más.

Y en medio del berenjenal, una persona de 18 años, ante el primer “verano de su vida”. Ojalá que le dejáramos equivocarse y no tuviéramos un sistema tan enrevesado. Que no pasa nada.


https://www.elidealgallego.com/articulo/opinion/elegir-carrera-4882365

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