El juego de los milmillonarios
La fundación de Marta Ortega ha obtenido una concesión de terrenos en el por ahora desaprovechado puerto coruñés para darle continuidad a su sala de exposiciones. Hace apenas unas semanas su padre donaba unos aparatos de protonterapia contra el cáncer. Unos aplauden su filantropía. Otros se escandalizan. Los “milmillonarios” siempre provocan estas dos reacciones. Hay quien piensa que ganan tanto dinero porque no pagan los suficientes sueldos ni los suficientes impuestos. Hay quien los admira por la riqueza que generan y quien los elogia esperando llevarse bien con ellos. En realidad, me interesa poco esa polémica. Comprar tecnología para la sanidad pública u organizar muestras fotográficas, siendo cuestiones difíciles de comparar, tienen en común su gratuidad para los ciudadanos, aunque puedan suponer calderilla para sus impulsores. Pero no entro a juzgar, ni siquiera opinar, sobre cómo emplean los Ortega su dinero. Son simplemente dos ejemplos de lo que pueden hacer las grandes for