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Robots gigantes invaden Montevideo. Es posible.

No conozco a Fede Álvarez Mirate , el director de este corto en el que unos robots gigantes invaden Montevideo. No sólo me ha gustado el trabajo, sino que me ha encantado que alguien haya pensado que es posible. No lo de los robots, sino que los creadores piensen en grande aunque sea en corto, perdón por el juego de palabras. Que piensen que un trabajo que no se produce para un circuito comercial puede ser divertido, espectacular, bestial. Que los pocos medios no sean la excusa para las temáticas intimistas y deprimentes, con poca luz, lentas y sobredialogadas, que se puede parir una idea aunque no sea el colmo de la originalidad ni la trascendencia, ni eros ni tanatos, ni lo obviamente correcto. Hay tanta gente queriendo hacer productos audiovisuales autolimitándose o disculpándose por no disponer de suficiente dinero, de suficiente tiempo o de suficiente tecnología que se olvidan de que la creatividad, el trabajo y el atrevimiento pueden lograr cosas increíbles. No sé quién es Álvar

Seguridad privada, seguridad pública

La crisis de los secuestros en las aguas de Somalia está poniendo de actualidad el viejo debate entre seguridad privada y seguridad pública. Los barcos son privados. Sí. Pero eso no significa nada. Los intereses de las empresas que operan en escenarios internacionales se confunden con los intereses de sus países. Misiones diplomáticas y comerciales van de la mano, los mandatarios abren mercados a cargo del erario público, los gobiernos firman convenios bilaterales de carácter estrictamente mercantil, se facilita la instalación de fábricas privadas, determinados sectores se consideran estratégicos aunque los protagonistas tengan consejos de administración multimillonarios o accionistas de todo pelaje, la sanidad pública y el negocio farmacéutico privado se entrelazan, y casi todas las guerras han tenido desencadenantes económicos e intereses particulares en los orígenes, en la destrucción y en la posguerra. El carácter privado de los barcos no tiene por qué implicar su protección priva

Noticias inconexas

Imagine que usted puede ver y escucharlo todo, sin dejar rastro, con total impunidad, incluso aunque le resulte imposible o ilegal utilizar abiertamente la información que obtiene, simplemente por saber, como el Gran Hermano. Quizá empezaría por curiosidad, después tal vez por aprovechar oportunidades, más tarde directamente por dinero, pero al final, de forma inevitable, sería siempre por poder. El poder de saber lo que no deberías, o lo que nadie imagina que sabes. Al margen de la profesión que uno ejerza, sea policía, segurata o detective, periodista, sociólogo, psiquiatra o simplemente cotilla, una persona es una persona, con debilidades comunes a todo el género humano. Queremos enterarnos y si es gratis, facilísimo, impune y anónimo, la tentación es irresistible a poco que el objeto espiado sea de nuestro interés. El Estado, como cualquier otra organización humana, depende en última instancia de los individuos que ejercen el poder en su nombre. Si existen sistemas de información

Olé por los viejos

Hace unas temporadas que echo un vistazo a los resultados de la marathón de Nueva York con una morbosa intención: ver los tiempos de los corredores de más de setenta u ochenta años. En la carrera del domingo pasado, llegaron a la meta 12 octogenarios, incluidas 3 mujeres, el más rápido lo logró en 4 horas y 58 minutos, el más lento utilizó 8 horas y 2 minutos. Yo no soy capaz de correr más de quince o veinte minutos y no más de 3 kilómetros. Pero está claro que esto se debe a que soy pequeño. Cuando crezca, dentro de 30 o 40 años, espero parecerme a uno de estos superhombres. Aunque en realidad me conformaría con estar vivo. Eso sí, tan vivo como ellos, con las mismas ganas, la misma voluntad de hacer lo que me guste, aunque no sea correr; me valdría reír, o cantar o andar detrás de esas chavalas de setenta o de ochenta tan bien conservadas como Bertha, Joy y Yolande, 81, 83 y 84 abriles respectivamente, capaces de darle a las zapatillas de ese modo tan sobrehumano. Y es que en una de

Una noche adolescente de principios de los 80

Casi me metía en la piltra sin sacarme los playeros. Eran las cuatro o las cinco de la mañana y siempre llegaba sobado y con los oídos pitando. Toda la tarde de garimbas, en tascas petadas, soportando al julay de Chisco, el único que iba todo maqueao, y a la lercha de su piba, una grillada del pop blandito que nos miraba de esguello porque no bailábamos al ritmo de cualquier canción pija, para ella supongo que éramos unos marulos, menos su churri, claro. Aunque latáramos a clase, casi siempre había que ir a esperarla a la salida de pasantía y como andábamos mal de guita al final quedábamos por donde siempre: primero un voltio por el centro, después la Estrella, la Franja, Los Olmos y, ya de noche, Ciudad Vieja y el Orzán. La verdad es que cundía porque, mientras ellos dos básicamente se morreaban, los demás nos tajábamos un montón y nos dedicábamos a nuestro deporte preferido: comentar que si mira esas bufas, que si qué bul, mimá, que si esa es más fea que un crollo, que mira qué piñat

Educación obligatoria

Un político con mucha historia detrás me decía que cada vez que un ministro pone sobre el tapete un tema inesperado, una idea más o menos nueva que no responde a ninguna demanda social del momento, hay que buscar oscuras intenciones: distraer de otras cuestiones, obtener algún beneficio indirecto o directo desde un punto de vista personal o partidista o perjudicar a los adversarios o a los enemigos, que no es lo mismo pero es igual. Por eso, si el ministro de Educación español pone en el foco del debate la edad límite de la enseñanza obligatoria cuando nadie parecía estar hablando del asunto, es porque al ejecutivo o a Gabilondo, o a las estadísticas del paro les viene bien. Como globo sonda, tal vez. Pero si la medida no pretende aplicarse inminente, tampoco hace falta ser tan mal pensado. Al fin y al cabo los medios de comunicación no van a preferir hablar de educación cuando tienen al alcance de la mano corrupciones municipales, políticos detenidos, luchas de poder en entidades fina

Qué tengo que hacer para ganar mil euros con este blog

Es una pregunta retórica. Por jugar con las cuentas del Gran Capitán. Pero ¿qué tendría que hacer para ganar mil euros al mes con este trabajo de "generador de contenidos"?. Por lo pronto, ya lo sé, debería dedicarle bastantes más horas. Pongamos cuarenta a la semana por ser estándar, pongamos 200 horas mensuales por redondear. ¿Qué tengo que hacer para lograr ingresar cinco euros por hora ?. Veamos, puedo tratar de conseguir cinco lectores que paguen un euro por leer este blog. Es casi el precio de un diario elaborado por docenas de periodistas como yo, así que no puedo pensar en cobrar, digamos, más de una vigésima parte: 20 céntimos. Necesito 25 lectores a la hora. ¿Pagaría ud. 20 céntimos por leer algo en internet?, ¿y 10 céntimos ?, entonces necesitaría 50 lectores a la hora de trabajo, 10.000 al mes. Dejémoslo en 5 céntimos . 100 lectores a la hora. Si el producto digital está elaborado por un grupo de redactores mileuristas (en bruto empresarial, para qué entrar en ma