Hombres, homínidos y reaccionarios
La tendencia es evidente: cada vez que se comete un asesinato machista o una denuncia de agresión sexual surgen más hombres quejándose de discriminación por las políticas de género. Apoyan sus argumentos en datos, a veces falsos, otras distorsionados y otros ciertos. Pero, sobre todo, se basan en sensaciones. Muchas veces provocadas por generalizaciones desafortunadas sobre el sexo masculino. Porque hay quien incumple la regla básica del silogismo y da a entender que, como todos los agresores machistas son hombres, todos los hombres son agresores machistas, al menos en potencia. De modo que se convierten en presuntos culpables cuando se trata de delitos sexuales. Y entonces se produce la reacción.
Existe también una especie de pudor periodístico y político para no mencionar si los asesinos, violadores o agresores tienen nacionalidad española o no. Un pudor disculpable hasta cierto punto porque es muy sencillo caer en el racismo o la xenofobia. Sin embargo este dato puede tener su importancia cuando se aborda la cuestión desde la perspectiva de la educación. Si una persona no se ha educado en España, si una pareja procede de culturas no igualitarias, de nada sirve revisar el modelo educativo en los colegios. La solución está en otras medidas. Y no necesariamente en las antiinmigratorias a las que suelen aferrarse los que abominan de la “ideología de género” para “defender al hombre español”.
Así que entre la sensación de presunta culpabilidad y el que no trasciendan los orígenes culturales de los sospechosos, algunos o muchos hombres, no solo amigos de Pedro Sánchez (¿se acuerdan?), reaccionan con un progresivo rechazo a las políticas que protegen a la mujer.
Porque ese “hombre español” piensa que la protegen de él. Y “él” no es un asesino, ni un agresor sexual. Los “extranjeros”, puede. “Él” no. Y se rebela contra las “feminazis” o contra partidos que, aun teniendo a machistas de manual en primera línea, enarbolan el feminismo como bandera electoral.
Si todo quedara en unas cuantas voces aisladas, no sería preocupante. Pero si esa percepción se extiende entre los hombres, entre los jóvenes e incluso entre madres, hermanas, hijas o parejas de hombres es porque algo se está haciendo mal. Quizá se está incidiendo solo en proteger a la víctima y no tanto en desenmascarar y perseguir al agresor. Que no es “el” hombre, ni español ni extranjero. Sino “unos” hombres concretos, seguramente indignos de denominarse así. En realidad son homínidos. Violentos, sin autocontrol, testosterónicos; a veces, reprimidos y disimulados; otras, evidentes hasta para los vecinos. Hay a quien incluso le resultan atractivos esos “malotes”. O útiles. Están en muchas gradas, en los bares y discotecas, en un atasco, en la calle y, lo peor, en la casa de muchas mujeres y niños. Suelen ser cobardes salvo cuando van en manada o ven a alguien vulnerable. Pierden los papeles porque son incapaces de razonar. Lo suyo es gritar. O forzar. O golpear. O matar.
Ningún hombre normal debería sentirse identificado con esos homínidos. De hecho, los hombres normales también son sus víctimas. Quizá les sorprenda, pero en España se asesinan cada año 250 hombres y 100 mujeres. 50 de ellas por cuestiones de género. Desconozco los motivos en los otros 50 casos. No se suelen publicar. Pero tampoco les quiero aburrir con los datos de agresiones violentas, sexuales o no. Eso sí: el 99% de los violentos son homínidos.
De modo que si queremos evitar la reacción pendular a la protección de la mujer hay que cargar las tintas más en los homínidos y menos en los hombres. Porque a veces hasta ascienden en la pirámide social (escuchen grabaciones) y porque el discurso políticamente correcto se está quedando corto. Y el reaccionario avanza.
https://www.elidealgallego.com/articulo/opinion/hombres-hominidos-reaccionarios-5337747
Comentarios
Publicar un comentario