Los convenientemente "desinformados"

La política española vista desde una provincia o una comunidad autónoma que apenas varía su voto resulta un extraño espectáculo. Por un lado tranquilizante, por otro aterrador. Parece como que en tu país puede pasar cualquier cosa, y apenas puedes hacer nada. Los temas que decidirán la composición del gobierno y de las cámaras de representantes pueden llegar a localizarse en aquellos territorios donde se juegan flecos de diputados. Una alcantarilla de Torrelodones puede tener más influencia que la política sanitaria o educativa propuesta para el conjunto del país.

Y los estrategas de los partidos lo saben. Concentrarán sus esfuerzos en los grupos concretos de las redes sociales, en las comunidades de voto variable. Nada de atender a los jubilados o a los autónomos si están demasiado dispersos. Ni mucho menos a los pesados del norte, con sus nacionalismos estables, o los recalentados del este con quien no hay nada que hacer. Aquí importa hilar fino. El big data y el tiro al blanco. Van a ser dos meses de campaña aparente, la real apenas se notará salvo por los bulos que se suelten en grupos de WhatsApp, Instagram, Facebook. Sé que no hay nada nuevo. Ya viene ocurriendo desde Obama o desde Rajoy. Pero hace que uno se sienta impotente ante los convenientemente desinformados.

Por cierto, un poco de esto en el audiotuit de la Ser de esta semana.

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