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Sex and the city: juego sobre mujeres

Juego dominical. Imagínese una mujer con la edad de las protagonistas de Sexo en Nueva York (Sex and the city) y una personalidad que, más o menos, reúna la de las cuatro juntas. Ahora imagine que ha mantenido pongamos unas 25 relaciones de pareja, no rolletes o ligues de fin de semana: unas de dos meses, otras de dos años... Y partiendo de que el mundo ha cambiado pero la mujer más ( no me sea carca ), escoja entre los siguientes supuestos: Qué envidia ¿Sólo 25? Menudo putón verbenero Es más o menos lo normal Pero ¿qué le pasa a esta mujer? Ha tenido mala suerte ¡Qué suerte ha tenido! Pobre de quien se la quede Es muy exigente Es poco exigente Bueno, si al final encuentra a la persona adecuada Habría sido perfecto... si se hubiese casado 10 años antes Podría seguir, pero prefiero dejárselo a usted.

A los padres tifosi

Perdón por el cabreo, pero allá voy. Mira, imbécil, sí tú, pedazo de descerebrado que te dedicas a echar espumarajos por la boca como buen baboso que eres cuando vociferas al árbitro en el partido que juega tu hijito de los cojones, te voy a decir dos palabritas. Por quedarme descansado. Al verte gesticulando con el bandullo (valen también tetazas) medio descolgado de la barandilla que separa las gradas de la pista en el pabellón donde se juega el torneo de categoría es-co-lar, macho, es-co-lar, al verte así, digo, ese niñito tuyo debe estar creyéndose que es el centro del universo. Más aún: el mismísimo hijo de Dios cuyo sufrimiento en la cancha provoca la santa y justificadísima ira de su padre. Y su sufrimiento, angelito mío, es que ha recibido una supuesta leche de un contrincante y el árbitro ¡no lo ha visto!. Y tú, sí tú, accidente biológico de medio pelo, disparas tu mala hostia contra un individuo que tiene como mucho dos o tres años más que tu niñito del alma, que está aprendi

Tiene usted razón (2)

Leí en una revista femenina el correo electrónico de una mujer que tenía como deseo ser una televisión. Argumentaba que de ese modo su familia le prestaría atención e incluso se reunirían a su alrededor, su marido le haría caso cuando llegaba cansado del trabajo, su hijo adolescente la buscaría cuando estuviese aburrido, si sufriese algún desperfecto o se averiase, la reparación sería lo más urgente del mundo. La mujer no deseaba sólo que la quisieran, de hecho no se quejaba de ello, sólo quería que le prestasen atención. Desde siempre se nos ha dicho que lo más importante de la vida es la salud, después el dinero y por último el amor. Con estas tres cosas esenciales deberíamos ser felices. Pero no funciona así. La salud, sin duda lo más esencial, es lo mínimo, necesario pero no suficiente. El dinero es el medio, necesario y puede que suficiente para lo que nosotros precisemos, aunque si tenemos lo justo tenemos miedo y si tenemos mucho más también. Y el amor, ay, el amor es maravillo