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El plantón de los rectores

En muchas ocasiones les he acusado de no defender los intereses de la Universidad, así que tengo que admitir que el  plantón de los rectores españoles al ministro  de Educación ha sido un gesto de dignidad plausible (digno de aplauso, vamos). Claro que el propio Wert o la prensa pro gubernamental, e incluso quienes estén en contra de los "señoritos" universitarios pueden criticarlos. Al fin y al cabo son cargos políticos elegidos por sufragio universal entre los catedráticos de sus respectivas instituciones por profesores, estudiantes y personal de administración y servicios. Y muchos de ellos con el apoyo obvio del partido de turno. Por eso hasta ahora nunca habían sido capaces de tomar una decisión tan unánime y tan brusca ante un ministro. Así que imagínense qué habrá pasado para que en todos estos años de aberraciones universitarias no haya ocurrido lo de esta semana. El ministro justifica sus decisiones, que más o menos se resumen en subida de tasas, de horas docen

Salir bien en la foto

Vengo de la ITV, esa especie de oficina de Hacienda con pinta de taller. Miro a los inspeccionados. Somos casi todos mayores, incluso muy mayores. Bajamos de los coches un poco atolondrados. Avance, pare, abra el capó, pise el freno, mueva el volante, intermitente, avance, pare, encienda luz de cruce, baje... Se puede hacer un tratado sociológico viendo las expresiones de las caras. O el estado de los vehículos. Después pienso que lo mismo ocurre cuando entras por primera vez a un gimnasio. O a un país. De un golpe de vista recibes tanta información curiosa que se apelotonan las opiniones. Pero más que un tratado, lo que haces es una foto. Me quité la barba hace unos días. Es como el Guadiana, no crean, desde hace 30 años. Pero un amigo me dijo ayer: "Chico, no te conocía tan afeitado. ¡Cambia la foto del Twitter!" De pronto me percaté de que la foto tiene ¡cinco años! Prefiero pensar que soy un perezoso, pero a lo mejor soy un coqueto. Sobre las fotos en redes sociales sí

Las estrategias digitales de los medios

Cambiar la cultura de cualquier empresa siempre resulta complicado y las empresas informativas no son una excepción. Un periódico siempre será un periódico. Pueden añadirle una radio, una tele o una web, pero la Redacción principal siempre será la del diario impreso. Lo mismo ocurre con las radios o las televisiones: sus webs o apps de tabletas y teléfonos son complementarias, promocionales o simplemente meros canales a través de los cuales emitir su señal y, por si fuera poco, con muchas restricciones legales y mercantiles. Y más ajeno resulta el zumbido de las redes sociales, por mucho community manager que se contrate o por mucho hashtag que se publicite desde el programa de turno para ser trending topic. La audiencia de la televisión comercial quiere entretenimiento gratis y no le importa demasiado que le corten en cualquier momento a anuncios. La de la prensa ni se sabe, aunque se supone que periodismo de calidad pagando muy poco y con cada vez menos publicidad. La de la red lo

InfoTabment

Los medios siguen haciendo pruebas con sus versiones de tabletas. Han comprobado que los lectores de papel, los espectadores de televisión, los usuarios de webs periodísticas y los consumidores en general de noticias, crónicas y reportajes tienen actitudes diferentes y a la vez convergentes cuando utilizan, por ejemplo, un iPad. Interactúan, pero no tanto como en la web, ven vídeos pero no tanto como ante la TV, leen pero no tanto como en papel. No están en una mesa, ni necesariamente en un salón, se toman más tiempo que con un móvil y existe un cierto componente de relax activo. El uso de la tableta mezcla como nunca antes la información, el entretenimiento y la interacción. Es lo que podríamos denominar infoTabment , el equivalente en la tableta al infotainment, aunque no tanto como género sino como actitud del consumidor del producto. Uno puede estar en su butaca viendo un noticiario, puede leer la prensa en un café, navegar en un portátil o tuitear con el smartphone. Mentalmente

El plan para desmontar la Universidad

Primero redujeron las Licenciaturas de cinco años a cuatro. Como multiplicaron el número de Universidades, de titulaciones y de asignaturas por curso, la atención se desvió y no ocurrió nada. Después redujeron el número de horas dedicadas a clases. Si en una carrera en la Ley de Reforma Universitaria (LRU) de cuatro años un estudiante recibía unas 3.000 horas, con los Grados de Ley Orgánica de Universidades (LOU) se convirtieron en unas 1.500. Como los profesores daban las mismas horas, nadie puso el grito en el cielo. Repetían las prácticas en grupos más reducidos y listo. Los estudiantes reciben menos clases pero más personalizadas, decían, y coló. Después incorporaron a todos los Grados Proyectos Fin de Carrera, ocupando a veces medio o hasta un cuatrimestre entero. El número de créditos es el mismo que el de una, dos, tres o más asignaturas. Pero no hay clases. Así que tampoco hay profesores. Y las prácticas en empresas también las contabilizaron en créditos como si fueran

Algunas ideas que nos inoculan

De pronto, casi todo el mundo parece estar de acuerdo en muchas cosas. Una de ellas, por ejemplo, que es bueno fusionar bancos, cajas, ayuntamientos, provincias, universidades... ¿Para cuándo Estados, autonomías, hospitales, colegios, policías, bomberos, tribunales, ejércitos, redes de carretera, estándares de televisión o telefonía, impuestos o clubs de fútbol? No, eso no está en la agenda. En otros momentos históricos la moda era la división con idéntica excusa: la eficiencia. Y así pasamos de los portaaviones a las "zodiac" una y otra vez. Como siempre, sin reparar en que hay charcas y océanos. Entrar en detalles da una pereza... Que la cuestión pendular de trazo grueso anime conversaciones de bar, aunque estén emitidas por antena, u ocupe titulares de espacio reducido es comprensible. Que los gobernantes y responsables en general tomen decisiones con esta actitud me aterroriza tanto como que me operen con azadón en vez de bisturí. Pero como uno va perdiendo la fe en

Lo que no queremos hacer por ideología o interés

Estamos creando un estado de opinión demoledor. En relativamente poco tiempo todo está patas arriba. El dinero lo tiene alguien pero no lo mueve: los bancos, las telefónicas, las petroleras y sus directivos (más que sus accionistas) se lo siguen llevando crudo. A los empresarios se les da más poder pero la mayoría están tan asfixiados financieramente que no los salva ni el despido libre; hay recortes pero no crecimiento, suben los impuestos y los despidos, bajan las prestaciones, el Estado se encoge, los indignados han vuelto a sus casas, miles de personas siguen acalorándose más por Ronaldo o Messi que por sus nóminas o se refugian en realities televisivos, otros pirados recurren a la violencia, a veces con uniformes a veces con capuchas. A un punto del conflicto social. O a la distancia que se quiera colocar por quien maneje los hilos. Me preocupa sobre todo la desconexión mental de quien tiene responsabilidades. Políticas, ejecutivas en empresas y administración, en los "merc

La ideología de los técnicos

Muchas personas honradas, normales y hartas de políticos prefieren que un presidente de Gobierno o un ministro sea una técnico. Algunos argumentan que así no caería en componendas de partido y otras politiquerías varias. Pero otros sostienen que el técnico no tiene ideología, que es casi como un científico o un ingeniero (que tampoco), incluso como una madre. Curioso cómo podemos creer que nuestra visión del mundo está libre del pecado político, moral, emocional... ideológico. A veces me divierto tratando de demostrar a mis alumnos (inútilmente casi siempre) que pensamos como pensamos porque somos un producto de nuestro tiempo, lugar, familia, etc. Que nadie es capaz de tomar decisiones como las tomaría un ordenador. Y que incluso un ordenador es fruto de una información preseleccionada que le condiciona. No hay técnico aséptico. No hay cirujano sin prejuicio. Ni ingeniero sin emoción ni madre sin ideología. Y no estamos demasiado dispuestos a aceptarlo. Porque nos creemos seres

Pero tú ¿realmente te ganas el sueldo?

La situación ahora es habitual. Parece una mezcla de American Beauty y Up in the air. Llega una consultora en recursos humanos para realizar un ajuste de plantilla y van realizando entrevistas al personal: –¿Le importaría decir exactamente en qué consiste su trabajo? En esos momentos ya estás a la defensiva y sólo aciertas a soltar con sarcasmo el cargo, la categoría o una función que, de pronto, incluso a tus propias parece prescindible. –¿Cómo cree que podría ser más eficiente? Los que saben que la sentencia está emitida de antemano ya sueltan frases del estilo de –Trabajando, no haciendo entrevistas estúpidas. Claro que los hay que pierden la dignidad y cargan contra otros departamentos, contra algún jefe, compañero o subordinado, perdón, cliente interno. Respuesta delatora tanto de los demás como de uno mismo. Roma no paga traidores (bueno, a veces) pero le saca un partido bárbaro a la lista de criticados. El caso es que la tribu de veinteañeros consultores (indios para los

Por qué me gusta Emilio Duró

A Emilio Duró no hay que tomárselo en serio, como él mismo dice. A pesar de su sentido del humor y de rapidez mental, dice bastantes cosas serias, pero te las tienes que tomar a broma, sin darle demasiada trascendencia, sin indignarte ni dejar que te afecten mucho. No importan ni sus teorías, ni su visión de la vida, ni siquiera su formación, que la tiene aunque la emplee de forma peculiar. Lo que importa de Emilio Duró es su capacidad de comunicar. Dicho de otra forma, no importa un pimiento lo que dice sino cómo lo dice y lo que provoca en la gente: risa, reflexión, desprecio, deslumbramiento... ¡hasta le piden consejo como a un psicólogo! Su forma de transmitir saltó a la fama gracias a las redes sociales, pero quien lo conociera antes seguro que le sorprendió su originalidad aunque jamás pensaría, como tantas otras veces, que el fenómeno pasara de círculos reducidos. YouTube y Buenafuente lo han convertido en una estrella de las conferencias amenas. Que en el fondo es lo que quie

Forofos

Me he tomado unas semanas de vacaciones porque sabía que, de lo contrario, iba a estar hablando de política. Y para qué cebarse con el árbol caído. Además, he desarrollado una especie de fobia a la bronca, a la discusión emocional, a los chillidos de fanáticos, extremistas, reaccionarios, histéricos, integristas... Bueno, soy padre de adolescentes, ya tengo suficientes salidas de tono en casa. El caso es que entretanto, he confirmado, por ejemplo, que mi cuenta de Twitter cojea de una pierna. Que buena parte de mis alumnos veinteañeros son incapaces de sustraerse a la pasión de la bandera (sea la que sea), como siempre, por otra parte. Que personas racionales, inteligentes, equilibradas y amigas echan espumarajos por la boca, incluso coincidentes con mis propias ideas aunque no por eso menos "salpicantes". Que los comentarios de los blogs o los periódicos que leo llegan a radicalismos tabernarios que meten miedo. Estamos abonando el camino a la violencia, porque el desbor