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Pero tú ¿realmente te ganas el sueldo?

La situación ahora es habitual. Parece una mezcla de American Beauty y Up in the air. Llega una consultora en recursos humanos para realizar un ajuste de plantilla y van realizando entrevistas al personal: –¿Le importaría decir exactamente en qué consiste su trabajo? En esos momentos ya estás a la defensiva y sólo aciertas a soltar con sarcasmo el cargo, la categoría o una función que, de pronto, incluso a tus propias parece prescindible. –¿Cómo cree que podría ser más eficiente? Los que saben que la sentencia está emitida de antemano ya sueltan frases del estilo de –Trabajando, no haciendo entrevistas estúpidas. Claro que los hay que pierden la dignidad y cargan contra otros departamentos, contra algún jefe, compañero o subordinado, perdón, cliente interno. Respuesta delatora tanto de los demás como de uno mismo. Roma no paga traidores (bueno, a veces) pero le saca un partido bárbaro a la lista de criticados. El caso es que la tribu de veinteañeros consultores (indios para los

Por qué me gusta Emilio Duró

A Emilio Duró no hay que tomárselo en serio, como él mismo dice. A pesar de su sentido del humor y de rapidez mental, dice bastantes cosas serias, pero te las tienes que tomar a broma, sin darle demasiada trascendencia, sin indignarte ni dejar que te afecten mucho. No importan ni sus teorías, ni su visión de la vida, ni siquiera su formación, que la tiene aunque la emplee de forma peculiar. Lo que importa de Emilio Duró es su capacidad de comunicar. Dicho de otra forma, no importa un pimiento lo que dice sino cómo lo dice y lo que provoca en la gente: risa, reflexión, desprecio, deslumbramiento... ¡hasta le piden consejo como a un psicólogo! Su forma de transmitir saltó a la fama gracias a las redes sociales, pero quien lo conociera antes seguro que le sorprendió su originalidad aunque jamás pensaría, como tantas otras veces, que el fenómeno pasara de círculos reducidos. YouTube y Buenafuente lo han convertido en una estrella de las conferencias amenas. Que en el fondo es lo que quie

Forofos

Me he tomado unas semanas de vacaciones porque sabía que, de lo contrario, iba a estar hablando de política. Y para qué cebarse con el árbol caído. Además, he desarrollado una especie de fobia a la bronca, a la discusión emocional, a los chillidos de fanáticos, extremistas, reaccionarios, histéricos, integristas... Bueno, soy padre de adolescentes, ya tengo suficientes salidas de tono en casa. El caso es que entretanto, he confirmado, por ejemplo, que mi cuenta de Twitter cojea de una pierna. Que buena parte de mis alumnos veinteañeros son incapaces de sustraerse a la pasión de la bandera (sea la que sea), como siempre, por otra parte. Que personas racionales, inteligentes, equilibradas y amigas echan espumarajos por la boca, incluso coincidentes con mis propias ideas aunque no por eso menos "salpicantes". Que los comentarios de los blogs o los periódicos que leo llegan a radicalismos tabernarios que meten miedo. Estamos abonando el camino a la violencia, porque el desbor

Calabazas, Samaínes y Halloween

Para que luego digan que el sistema educativo no funciona. Hace unos 20 años, en las escuelas infantiles se empezó a ahuecar calabazas y los niños de entonces ya han llegado a la Universidad. Halloween ha pasado de las guarderías a los locales de copas gracias a las actividades escolares. Que nadie se espante. Era un actividad más, como el magosto, o fabricar pan, los villancicos de navidad o la función de carnaval o fin de curso. Sólo que apoyada por Disney Channel y el resto de la industria audiovisual estadounidense. Claro que los profesionales de la educación somos únicos buscando explicaciones y se recurrió a la del Samaín, la fiesta celta origen de Halloween. Que es más o menos lo mismo que vestir a los niños de vaqueros diciendo que no son norteamericanos, sino tejanos, por tanto españoles, montando caballos de origen árabe. O que la hamburguesa es de Hamburgo y el hot-dog de Frankfurt. Podemos disimular si nos da vergüenza, negar que nuestros niños celebran Halloween aunque

Conciliación, horarios, usos y husos

Vivo en Galicia. La punta noroeste de España, encima de Portugal. Este fin de semana nos cambian la hora. Empieza el horario de invierno. Cuando nuestro reloj diga que son las 3, nosotros diremos que son las dos. Pero el Sol, si fuera de día, dirá tozudamente que en Galicia es justo la medianoche: 00 horas. Nos suele dar pereza hacer este ejercicio mental de husos horarios. Incluso nos da pereza el ejercicio geográfico. Galicia está al sur del oeste de Irlanda. En el mismo huso solar de las Islas Canarias. Pero la oficialidad recoloca las horas por cuestiones políticas, económicas y pretendidamente funcionales. De hecho, si dices en Madrid que Galicia debería tener la hora de Canarias o Portugal te miran como si fueras nacionalista. Y cuando les comentas que Madrid debería tener la hora de Londres, se quedan extrañados. Todas estas obviedades, que seguro conoce, vienen a cuento, más que de los husos, de los usos y costumbres que nos quieren cambiar respecto a horarios con razones q

Qué moto comprar... ¿o es un coche?

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Quizá usted no ande en moto porque las motos se caen. Esta no. Tal vez porque se moja cuando llueve. Con esta no. A lo mejor porque la carrocería no protege el cuerpo. Esta lo protege. Puede incluso que crea que las motos son ruidosas. Esta es eléctrica. Estoy hablando de la Lit C1 . Un vehículo que quizá no tenga éxito como tantos otros que se han propuesto desde la creatividad y la falta de apoyo económico o del mercado, pero que a mi personalmente me devuelve la confianza en el avance de la tecnología. Parece milagroso. Claro que puede que usted, como yo, sí ande en moto. Es posible que prefiera el viento a la lata, que eche de menos el manillar, o que le parezca otra "rodaja de Smart" como le llamamos a su homónimo de BMW... Que por cierto anuncia su nueva versión también eléctrica (eso sí, se cae) aunque no es seguro que se llegue a fabricar. Y tampoco estaría mal que el prototipo híbrido de Peugeot, con dos ruedas delante, se acabase convirt

La isla de las flores y el balance de la catástrofe

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Durante más de 40 años hemos estado esperando la noticia de ETA, ha durado relativamente poco en las primeras páginas del periódico. De hecho hasta compitió con la muerte de Gadafi, otra noticia que se hizo esperar y que ni siquiera ha resistido el paso de dos días a pesar de la escalofriantes imágenes de sus linchamiento y de los niños haciendo cola para ver su cadáver. Otro fallecimiento, el de Steve Jobs, casi se sacralizó. De pronto su imagen y su vida laboral se convirtió en tan ejemplificante que parecía una revelación evangelizadora. Ayer se mató un joven corredor de motociclismo, Marco Simoncelli, y cientos de personas más en un terremoto en Turquía. Todas noticias de impacto. Todas importantes. Todas dignas de ese periodismo de masas que estamos jubilando desde hace años. Y sigue funcionando. A la vez, la cuestión económica sigue presente aunque con menos espectáculo por técnica y menos sencilla de asimilar. La nueva inyección a la banca, los recortes y la ideología destilad