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Inercias periodísticas

Siempre que paso unos días desconectado tengo la sensación de que ocurren muchas cosas. Pero en esta ocasión no es una sensación, es que han ocurrido. Y si hubiera estado trabajando en la Redacción de un periódico de una ciudad amenazada por la ciclogénesis explosiva pero llegan las imágenes del terremeto de Chile mientras las cadenas norteamericanas se disponen a retransmitir un tsunami en directo y las redes sociales hierven con más datos, una vez más, que las propias agencias informativas... pues seguro que estaría participando en una de esas reuniones en las que se deciden prioridades de primera página, de foto, de título, de planas... y me pelearía con los futboleros en el éxtasis de si cambiaba la clasificación de primera división, que si el Madrid, que si el Barça, sí, ya sé que Haití está aún caliente, que la gente se cansa, que si Chile es mundo desarrollado, al menos como España, que es como si fuésemos nosotros, pero nosotros tenemos temporal, bueno, temporal no, ¡ciclogénes

El autoflagelo de la Universidad-Empresa

Vengo de una de esas sesiones Universidad-Empresa con las que nos castigamos de vez en cuando ambos sectores. Digo nos castigamos porque suelen ser sesiones de autoflagelo, o flagelo mutuo y recíproco. La historia no es la de un divorcio, porque nunca estuvieron casadas, sino la de una ligera búsqueda de un encuentro con frecuencia frustrante. Muchos empresarios nunca han pasado por las aulas ni maldita falta que les ha hecho a tenor de sus éxitos. Otros no hubieran tenido muchos menos fracasos por haber estudiado. Aunque son las excepciones. Lo normal es que la formación ayude. Aunque sea teórica y masificada, como la de los años ochenta. Claro que si uno tiene ese recuerdo, además de una imagen del profesor como enemigo a batir, autoritario y distante, junto con la idea de que quedaban en la Universidad los empollones incapaces de enfrentarse a la vida real, no es de extrañar que ni se le pase por la cabeza la posibilidad de recurrir al mundo académico para tratar de resolverle un

Profesionales, aficionados e idiotas

Todo el mundo tiene una historia que contar. Pero sólo si la tiene que contar todos los días es un profesional. O, para ser más exactos, si debe encontrar cada día una nueva historia. Escribir una novela o dos no te hace novelista, ni escribir unos cuantos artículos te hace periodista, ni participar en un par de películas te convierte en cineasta o actor. Contar historias, crearlas, buscarlas o fotografiarlas cuando te apetece o cuando te las encuentras es un placer; que tu jefe o tu cliente te las pida a un ritmo determinado te convierte en un currante de la tecla, de la cámara, del micro. ¿Qué diablos somos los que tenemos el virus de mantener ese ritmo diario porque nos da la gana, no porque cobremos, ni porque nadie te lo exija? Pues supongo que idiotas. Aunque, mire usted, más idiota me parece el esporádico que cree que se ha convertido en profesional o el profesional que no tiene el virus. Ése, además de idiota, suele ser un amargado. Hace casi 30 años tuve la ocasión de co

Mi monstruo de Twitter

Llevo unos días dándole vueltas a mi relación con Twitter. Sigo a unas 150 personas. Su selección me ha llevado casi un año. No quiero incrementar la cifra porque empezaría a resultarme inútil. Aunque ya decía lo mismo cuando llegué a 50 o a 100. Son personas inteligentes, de varios de los ámbitos que me interesan, con una curiosa mezcla de edades, incluso de países, que me sueltan pequeñas  perlas que poco a poco van haciendo mella. No leo todo, ni abro todos los enlaces propuestos, claro; pero el goteo es constante y me he dado cuenta de que he ido juntando en el fondo a personas más o menos parecidas que casi siempre confirman lo que ya pienso o me amplían información para confirmarlo. El proceso no es nuevo, ni mucho menos. Se denomina distorsión selectiva . Pero nunca me lo había planteado con mi Twitter. Sucede con toda la información. Si usted es de izquierdas se informa con un periódico de izquierdas, y si el de Barça pues sigue una emisora barcelonista. Pero es que con Twitt

Bachillerato, FP y Universidad

Si usted es español, salvo que tenga hijos en las edades afectadas, seguramente no tenga muy claro el conjunto de novedades educativas que se han producido en los últimos años. Una de las más curiosas es la del bachillerato. Resulta que hace un par de años se les ocurrió a las preclaras autoridades educativas de este país crear tres bachilleratos diferentes: al de ciencias de toda la vida le llamaron Ciencias y Tecnología; al de letras, Humanidades y Ciencias Sociales; y uno nuevo llamado de Artes, desdoblado a su vez en dos vías: Artes plásticas, imagen y diseño y Artes escénicas, música y danza. Resulta que un par de años después de echar a andar el modelo, los dos primeros bachilleratos se pueden estudiar en más de 4.000 centros en toda España, pero el de Artes no llega a 300 centros , en muchas provincias existe un único sitio donde se imparte. ¿Para qué se ha creado entonces? La cabeza de los políticos responsables de la educación, esa gran desconocida. Lo que probablemente le

Logorama, un curioso nominado

Logorama by H5 from Grafik Magazine on Vimeo . Acabo de verlo en Canal +. Y me ha sorprendido. También me ha llamado la atención que se pueda ver en Vimeo. Vale la pena. Es un pequeño placer. Y está nominado a los Oscar. Aquí un buen enlace sobre la peli. Actualización: ganó el Oscar, ;-)

Narrativas digitales y futuros profesionales de los contenidos

En breve tengo que dar unas charlas sobre narrativa y me llama la atención lo movido que está el término últimamente en la Red. Por ejemplo, el año pasado se han creado una serie de centros de producción y experimentación en Contenidos Digitales gracias al programa " Capacitación Tecnológica de los Futuros Profesionales de la Industria de Contenidos Digitales ", promovido por Red.es y la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE). El programa es fantástico, aunque a los que llevamos unos cuantos años tratando de "capacitar futuros profesionales de la industria de contenidos digitales" nos haya dado la sensación de que para la Administración educativa no debíamos existir. Pero no está mal la iniciativa, al contrario, es estupenda. Sin embargo existe un peligro: si cae en manos ajenas a los contenidos digitales, incluso en manos exclusivamente técnicas, puede que acaben inventado la pólvora. Cosa, por cierto, bastante habitual. Y lo primero que suelen