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Juan Carlos Bugallo y la responsabilidad social corporativa del frutero

Juan Carlos Bugallo es uno de esos tipos que merece la pena conocer. Economista creativo y marketiniano, de carácter emprendedor, atrevido y apasionado, lleva unos años dirigiendo la Fundación de la Universidade da Coruña desde una perspectiva clara: la de la responsabilidad social corporativa. Ayer, después de estar hablando de RSC, me envió un explicativo texto que, con su permiso, paso a reproducir: Hace unos días se presentaban los resultados de una encuesta que afirma que el 65% de los españoles desconoce el significado de la RSC, y del restante que lo conoce, el 17% lo confunde con acción social o filantropía, o centra sus definiciones en cuestiones medioambientales, olvidando el carácter transversal de la misma.  Mi sorpresa ya fue mayúscula cuando la estadística se hizo realidad. Me explico. El sábado durante una comida familiar, mi abuela repentinamente me espetó a la cara y con desprecio la siguiente pregunta: pero, ¿qué es eso de la RSC?.   Tras superar el desconcie

El gobierno de las Universidades

¿Cómo deberían estar gobernadas las Universidades públicas? Según la información publicada en El Mundo, la Fundación Conocimiento y Desarrollo ha elaborado una propuesta en la que plantea que los rectores se transformen en una especie de consejeros delegados, designados por un Consejo Social que a su vez estaría formado por personas ajenas a la Universidad elegidas por el Claustro. Este rector, que debe ser, como hasta ahora, un catedrático pero con conocimientos o aptitudes de gestión, nombraría a los decanos, sería el encargado de lograr fondos para la institución y podría ser destituido en cualquier momento en función de sus resultados. Podría hasta sonar bien. Al menos para todos los que están deseando la despolitización de las estructuras universitarias, acabar con la burocracia paralizante, el poder de los sindicatos o las capillas departamentales. Pero, aunque resulta urgente encontrar algún modelo que mejore el gobierno universitario, hay demasiados puntos oscuros en la propue

¿Está usted preparado para despedir?

Imaginemos por un momento que el despido es en España libre y gratuito. Lo fácil sería imaginar a los trabajadores temblando y a los empresarios frotándose las manos.  Ahora póngase en el papel del hipotético despedidor. No en plan George Clooney en Up in the air, ni siquiera el mítico Norm de Cheers en aquel episodio histórico donde su estrategia era llorar para que lo consolara el despedido.  No. Póngase más en la tesitura de jefe cabreado tipo: o haces esto o a la puta calle. Muy por mis santísimos, por ejemplo. Quizá se reforzase el principio de autoridad o disciplina en la empresa (o el de la arbitrariedad, que también podría ser).  Ahora póngase en la piel del jefe del jefe, que a lo mejor no comparte el mismo criterio, ni la misma opinión, ni el mismo cabreo. O al que incluso le molesta que se haya perdido un trabajador que él considera valioso, quizá más que el propio despedidor.  Porque, claro, no todos los trabajadores son tan fáciles de echar, ni de sustituir, ni sirve d

La inteligencia emocional de Mad Men

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Aunque hace algunos años tuve la oportunidad de acudir a una conferencia de Daniel Goleman, tengo que reconocer que nunca he acabado por identificar del todo el concepto de inteligencia emocional. Ser capaces de reconocer los sentimientos propios y ajenos, y disponer del conocimiento para manejarlos (que es una definición tipo Wikipedia) parece sencillamente tal pasada que no sé muy bien si estamos hablando del Mago Merlín, de un carismático político en estado de gracia, de El Príncipe de Maquiavelo o de una devoradora de hombres (o devorador de mujeres, ok). Conocimiento propio y ajeno, sentimiento y manejo. Un tigre acorralado frente a un ser humano puede ser un buen ejemplo. También una serpiente, una mala víbora, un cizañero. Inteligencia emocional. Un verdadero hijo de su madre. Alguien que maneja sus propios sentimientos y los de los demás. Si se tratase de un simple manipulador, estaríamos ante un líder, un conductor de almas, y si el camino es el correcto, chico, pues hasta

Un guiño de Audi

A veces, pocas, la publicidad se ríe de lo políticamente correcto. El spot de Audi se queda en la frontera. ¿Estamos llegando a la histeria ecológica? No, pero tampoco sería tan de extrañar. La intolerancia sólo necesita una mínima excusa para extenderse. Importa bien poco que la excusa sea bien intencionada, incluso que esté llena de razón: la ecología, la igualdad, la libertad, la lengua, la infancia... El dogma no importa demasiado, importan los dogmáticos y las sociedades que se dejan convencer. El anuncio vende un coche tan ecológico que incluso en la histeria superaría todos los controles. Tenemos una cierta tendencia a considerar que si a nosotros no nos afecta, a lo mejor no es para tanto, pero que lo que plantea Audi es un infierno, por ridiculizado que esté. Y a lo mejor no estamos tan lejos.

Yo tube la mítica adolescencia

Es posible que usted ya no haya escrito al dictado angustiosas frases del estilo de "cuando Cayo llegó al cayo, se le cayó el cayado encima del callo, callado tomó el callón y recordó los callos del Callao". Eran otras épocas en la enseñanza de la ortografía, en la enseñanza de casi todo. Hoy parece una ridiculez, y sin embargo lo recuerdo como una especie de Sudoku de la época, un reto como las derivadas o las integrales definidas. En realidad yo tuve la típica adolescencia tardofranquista de la generación más numerosa de la historia de España. Mis hijos dirían que yo tube la mítica adolescencia del pleistoceno medio (esto ya es mucho decir). Han perdido la lectura y el cine clásico pero han ganado el YouTube y recuperado, por ejemplo, la escritura de las "míticas" cartas de amor sólo que en formato Tuenti. Es un pequeño desastre. Pero también es maravilloso lo que pueden llegar a hacer aunque no tengan ni pajolera idea de ortografía. Como todos los adolescentes d

Despido libre y cambio de cultura

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Que un empresario, Adolfo Domínguez o cualquier otro, esté a favor del despido libre (entiéndase gratuito, porque libre ya es) resulta tan comprensible como que un trabajador esté en contra. Formarse una opinión ideológica es igual de sencillo: sólo hace falta pensar en un empresario explotador o en un empleado vago. Los arquetipos simples ayudan a construir el discurso y además en este caso el arquetipo nacional también contribuye: los españoles somos un desastre, necesitamos normas que nos impidan en un calentón liarnos a jamonazos, nos encanta la autoridad para abusar de ella y somos los campeones del escaqueo. Tópicos, tópicos y más tópicos. Lo malo es que los empresarios explotadores o las grandes empresas ya tienen recursos suficientes para despedir a quien quieran cuando quieran. Y los que no son explotadores o las pymes sólo tienen dificultades para despedir si han sido incapaces de provisionar las indemnizaciones pertinentes. De modo que el despido libre o más barato no camb

Bajar los sueldos o desigualarlos

En España, deshuesando cerdos, una persona de 18 años puede entrar ganando en una empresa alrededor de 1.500 euros al mes.  Un titulado universitario apenas tiene posibilidades de encontrar un primer empleo con esa retribución. En las Administraciones públicas existen unos 20 niveles, algunos suponen unos 20 euros de diferencia, otros unos cien. Los trienios se pagan en cifras que van, redondeando, desde los 15 euros a los 50. En otras palabras, el sueldo más bajo supone unos 800 euros. El más alto, sin antigüedad, 2.200 y el título superior es obligatorio. Los programas de reportajes que tan de moda están en este país nos muestran una realidad salarial media extrañamente homogénea entre conductores de autobús, administrativos, funcionarios, cocineros, albañiles, catedráticos, periodistas, secretarios, físicos, vigilantes jurados, peluqueros, biólogos, monitores de gimnasio... Esa clase media, o media baja, con todos los niveles formativos, trabajadores de oficina o directivos de d

Las crisis de France Telecom y Toyota

Después de la pequeña odisea televisiva, vuelvo a asuntos de interés más general (se supone) que la compra de un televisor. Y tenía pendiente dos casos internacionales relacionados con la gestión de crisis. Uno de ellos, el desenlace parcial de la crisis suicida de France Telecom, con la caída del presidente . Será un cierre en falso mientras los suicidios puedan surgir (y siempre se corre el peligro) y los sindicatos cuenten con la credibilidad en su denuncia de que las condiciones de trabajo, a las que culpan de la situación, no han cambiado. ¿Qué ha paralizado a France Telecom hasta llegar a esta situación? El otro caso, obviamente, es el de Toyota y su problema de llamar a revisión a ocho millones de vehículos susceptibles de atascárseles el acelerador. ¿Cómo es posible que el problema se haya conocido hace unos pocos días en Europa cuando en Estados Unidos se conoce desde muchos meses, hay quien dice incluso que hace dos años?. ¿Éste es el planeta globalizado, ésta es la soci

Qué televisor comprar (2)

Bien, el fin de la historia del televisor. Cien euros menos que el Samsung fallido y solución de trámite : un monitor de ordenador con televisión . No son tan bonitos, los plásticos no son de salón, el mando a distancia tiene tacto barato, para qué nos vamos a engañar. Pero es que la calidad de la imagen sólo se resiente un poco en el brillo, en lo demás resulta que tiene Full HD en progresivo, HDTV (es decir, el MPEG-4 de la alta definición que vendrá por los canales de TDT en poco tiempo, espero), sonido aceptable. ¿No lo había pensado? Pues yo tampoco. Y estoy encantado. No lo descarte.

Samsung LE22B541: un televisor fallido

Este es uno de esos ejercicios de web 2.0, de buzz, de conversación o de marketing digital, si se quiere. El caso es que al final compré un televisor. Samsung LE22B541 , en la práctica 22 pulgadas, nada de full HD, ni HD TDT, ni 100 hz, normalito, vamos, eso sí: con la pantalla mate, maniático que es uno. Lo compré y ya lo he devuelto, lo cambié por otro porque se apagaba la imagen, que ya no era de demasiada calidad. El nuevo, idéntico, se ve algo mejor, pero parpadea. Y también se apaga. Cabreo y pataleta en el blog. Lo siento. El caso es que mañana tendré que volver a la FNAC . Una molestia porque vivo fuera de la ciudad, coche, aparcamiento, colita, una hora y media no me la quita nadie. Será la tercera hora y media, el tercer parking. Pero me he decidido a contarlo porque cuando uno desembala dos televisores iguales en 48 horas se da cuenta de las diferencias. Sospechosas diferencias. No hacía falta ser un genio. El primer televisor venía sin protecciones plásticas ni en la