La libertad de no vivir de contarlo
Aunque seguramente esté equivocado, soy de los que piensa que después de ejercer durante algunos años una determinada profesión se nos amuebla el cerebro de un modo, digamos, corporativo. Los médicos piensan como médicos, los arquitectos como arquitectos y los periodistas como periodistas. A los periodistas nos gusta, así, en trazo grueso, contar cosas que encajan en la agenda del día, desde una determinada perspectiva a medio camino entre la línea editorial del medio, el jefe inmediato de turno y el punto de vista personal. Y con los años vamos aceptando determinadas reglas del juego, sabemos que algunas cosas funcionan y que otras causan problemas, incluso para uno mismo. Ahora que asistimos a momentos de escape personal mediante blogs y periodismo "ciudadano" (lo profesionales debemos ser de campo), aprovechamos para la autocrítica corporativa a título individual, denunciamos sutiles o burdas manipulaciones, evidenciamos lo tendenciosos que son los demás y adornamos histo