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Gigantes subvencionados

Muchos sentenciaron que el día en que Microsoft superó en valor bursátil a General Motors comenzó en serio la sociedad de la información. No sé qué significa la declaración de quiebra del coloso automovilístico, pero si la alternativa es el mantenimiento en contra de los dictados del mercado, en España sabemos algo de eso: nunca funciona. Además de por su evidente peso económico, es una pésima noticia que las grandes empresas, en el viejo concepto industrial americano, se estén muriendo. Representaban por ejemplo todo un modelo de organización social, con sus seguros médicos, sus planes de carrera, sus políticas familiares, casi paralelo al modelo del bienestar social europeo. Pero su gigantismo les hacía estar, les hace estar todavía a petroleras, financieras y grandes distribuidoras, en los límites del bien y del mal capitalista, en el borde de la omnipotencia política. Los sucesores de este modelo nacen con la sociedad de la información. Todos los americanos que hace una generación

"Jubilados" a los 33 y el sueldo del presidente

Que un banco ofrezca bajas incentivadas a los trabajadores a partir de los 33 años o incluso con 8 de antigüedad, que se trate de una medida precedida por muchas otras encaminada a la reducción de la plantilla, que el sistema bancario esté sobredimensionado, que se pierda talento joven cuando no se para de perder el talento maduro, que ocurran todas estas cosas mientras que el salario de sus ejecutivos y consejeros, empezando por su presidente Francisco González (cobra lo de 250 trabajadores), sigue en niveles estratosféricos es sencillamente delirante. La crisis de la clase medi a , su progresiva desaparición sostenida por la solidaridad familiar, lleva a pensar en crisis anteriores en las que las clases bajas (qué antiguo suena eso, todos o casi decimos ser de clase media) sufrían en sus carnes efectos devastadores. Quizá la caída económica se suavice, entre otros factores porque la Reserva Federal de los Estados Unidos no tiene reparo alguno en darle a la máquina de los billetes,

El adelanto de Cebrián

Acabo de leer un capítulo en El País del nuevo libro de Juan Luis Cebrián, autor al que no he admirado nunca, para qué mentir, al contrario de lo que me provoca como directivo de periódicos: un profundísimo respeto, sobre todo por su éxito, claro. Sus reflexiones sobre el periodismo en general siempre se me han quedado cortas, o me han llegado tarde. Quiero decir, no me dicen nada nuevo, me parecen resúmenes globales de situaciones obvias, naturalmente no conocidas por todos, pero sí por cualquier profesional con cierta experiencia. Me ocurrió algo parecido con La Red (1998), la obra en la que ahora dice Cebrián que anunciaba lo que iba a pasar. Hombre, lo anunciaba con cierto retraso, de hecho años de retraso. En realidad era un simple ensayo divulgativo de lo que estaba ocurriendo con Internet desde hacía tiempo y que muchos autores venían publicando sin parar en los cinco años anteriores. Con el adelanto de El pianista en el burde l que publica El País me ha ocurrido lo mismo. Un re

Si leo las noticias cantando, me forro

Mi operador de Adsl es Teléfonica. Me ofrece música gratis durante un año, utilizable en tres ordenadores, y con fecha de caducidad. Es decir, al parecer la música que me descargue ahora dejará de sonar si no se paga la suscripción al servicio. Bueno, la tarifa es de casi siete euros mensuales. No me parece barato. Tampoco demasiado caro, si lo usase. No me creerán, pero nunca he descargado música ni películas piratas. Una mezcla de principios y pereza. El precio de iTunes es razonable, 0,99€ canción. Pero tampoco lo he usado. Y hoy, cuando me ha llegado la oferta de Telefónica, me he dado cuenta que casi con toda seguridad tampoco recurriré al servicio. ¿Por qué?, me he preguntado. Pues por algo muy parecido a lo que ocurre con la información: tengo demasiada. La SGAE, que en principio tiene toda la razón, me levantó sarpullidos el día que entró en la consulta de un médico amigo y le quiso cobrar por la radio. No la usaba en la sala de espera para poner música, sino en su despacho par

Ayudas al cine

Las subvenciones cinematográficas no son demasiado populares. Más aún desde que González Sinde, con su merecida imagen en Internet, es ministra de Cultura e incrementa la partida presupuestaria que ayuda a la distribución de las películas comunitarias. A pesar de lo malas que son. La mayoría. Con o sin crisis,  las industrias culturales, todas pero especialmente el cine, necesitan la subvención de los gobiernos europeos para poder enfrentarse al dominio norteamericano. De lo contrario, se quedarían sin posibilidad alguna de exhibición. Claro que esto se puede discutir, pero lo importante no radica tanto en la existencia de las ayudas, y menos aún cuando hasta los banqueros las reciben, como en que provocan una atomización de la producción. Y se produce basura. Existen cuatro grandes industrias mundiales de cine ( ScreenDigest ). Tres son rentables: La India, que con su Bollywood produce más de mil películas anuales con un presupuesto medio de un millón de dólares.    Nigeria, el ll

Cuánto deben cobrar los periodistas

Robert Picard afirma que los periodistas deben cobrar poco  y explica que esencialmente su trabajo aporta poco valor. Puede estar tranquilo, hace mucho que los periodistas cobran poco, al menos en España, por eso sorprenden artículos como el de Jeff Jarvis, leído en 233grados.com , en el que afirma que se han acabado los tiempos en que el periodismo era un gran negocio y los periodistas habían creado una burbuja de la información. Confunden el sector con "los famosos" del sector o con los grandes medios nacionales e internacionales. Los profesionales sabemos mucho de esa brutal imprecisión. Es como hablar de la burbuja del fútbol a un jugador de regional preferente. Algunos periodistas se han beneficiado del star-system, especialmente en televisión y radio. Aportan a sus medios lo mismo que Brad Pitt a la taquilla de una película. Lo mismo que Beckham a la venta de camisetas. Sin duda cobran una barbaridad, pero es que les ha tocado la lotería. Otros ganan una miseria, como

Tiene usted razón (3)

¿Y a usted qué le parece que la cocina del yonqui que ha salido en ese programa de reportajes callejeros sea bastante parecida a la suya? Quiero decir, o él tiene una cocina demasiado buena para su salud, sus ingresos y su aspecto, o la suya, o la mía, es demasiado mala.  Vale que el conductor del autobús tenga mejor coche que yo; que el encofrador me triplique el sueldo incluso con crisis de la construcción; que por reparar una cubierta, es decir, un tejado, en un día de trabajo me quieran cobrar mi salario mensual; que por una antena de televisión para la TDT, colocada en hora y media me hayan tratado de clavar 700 euros; que un cerrajero me lleve 150 por abrirme la puerta en 10 segundos (ok, más desplazamiento, que debe venir con chófer); o que por 2o metros de gres instalado la broma salga por 4.000. Vale. Estoy acostumbrado a que me miren como si fuera un señorito pringao que, después de estudiar hasta una carrera y un MBA, dirigir empresas, eso sí, de pura supervivencia mercantil

Debates 1.0

Los debates electorales televisados se han quedado más anticuados que la radio de galena. Políticos aburridos, asuntos alejados tanto del interés como de lo importante, se mezclan con el impresentable intervencionismo de los partidos en la realización audiovisual, los tiempos de la palabra e incluso el decorado. Lo mismo ocurre en las televisiones públicas con la escaleta de los telediarios, donde se obliga a dedicar determinados minutos por partido independientemente de que exista o no noticia. Parece mentira que esta política sea fruto de los asesores de imagen y comunicación, si no fuera porque muchos están tan anticuados como los asesorados. Esa época de la televisión se acabó hace muchos años, cuando no había alternativas, no ya al canal hegemónico, sino a la misma televisión.  Como no se les ocurran nuevos formatos, con la participación de la gente, con libertad para que el profesional del periodismo y de la realización maneje los ritmos, estos debates no los van a ver ni los pro

Blogs, dossieres de prensa e influencia

Recuerdo que hace algunos años un político experimentado me dijo : cuando te traen el dossier de prensa, llega un momento en que no distingues el periódico más importante de la hoja parroquial, no sabes si es el más influyente, el que más se lee o el que regalan, simplemente te molesta si hablan mal de ti . En el dossier todas las fotocopias son iguales y todas las vanidades de los políticos también. En Internet se habla la influencia como cuando se habla de OJD  o de EGM en los diarios españoles, pensando en audiencias o ejemplares. Pero, lo mismo que con el dossier que lo iguala todo, el soporte digital hace tabla rasa. Y como el proceso vírico de la influencia es algo muy difícil de establecer y controlar, el principal escalón que le queda a los periódicos digitales o a los blogueros es llegar a los dossieres de prensa de los que mandan e influyen, esos sí que sin ninguna duda, no sólo en la sociedad sino concretamente en las procelosas arcas publicitarias. Creo que era Nipho, el co

Tiene usted razón (2)

Leí en una revista femenina el correo electrónico de una mujer que tenía como deseo ser una televisión. Argumentaba que de ese modo su familia le prestaría atención e incluso se reunirían a su alrededor, su marido le haría caso cuando llegaba cansado del trabajo, su hijo adolescente la buscaría cuando estuviese aburrido, si sufriese algún desperfecto o se averiase, la reparación sería lo más urgente del mundo. La mujer no deseaba sólo que la quisieran, de hecho no se quejaba de ello, sólo quería que le prestasen atención. Desde siempre se nos ha dicho que lo más importante de la vida es la salud, después el dinero y por último el amor. Con estas tres cosas esenciales deberíamos ser felices. Pero no funciona así. La salud, sin duda lo más esencial, es lo mínimo, necesario pero no suficiente. El dinero es el medio, necesario y puede que suficiente para lo que nosotros precisemos, aunque si tenemos lo justo tenemos miedo y si tenemos mucho más también. Y el amor, ay, el amor es maravillo

Despedida de un decano

Nota previa: el texto que sigue es un extracto escrito hace dos meses cuando abandoné el cargo de decano de mi facultad. Lo publico ahora y seguro que me arrepentiré. En los últimos seis años de vida profesional, el proyecto que ha ocupado mi tiempo ha sido la puesta en marcha de la Facultad de Ciencias da Comunicación de la Universidade da Coruñ a. La titulación que imparte, la Licenciatura en Comunicación Audiovisua l, nació a medias, como por la puerta de atrás, como un segundo ciclo de dos años cuando ya se sabía que Bolonia sustituiría este sistema por los Grados de cuatro. El gobierno autonómico aprobó su inclusión en el mapa gallego de titulaciones en una especie de café para todos: si se daba en A Coruña había que ofrecerla también en Santiago y Pontevedra, eso sí, si al norte era un segundo ciclo, al sur era un título compartido pero completo. También se sabía que Bolonia iba a acabar con esa particular argucia. Las titulaciones de Comunicación se implantaron en Galicia con u